NOCHE GALLEGA EN LA CAPITAL
Hay cosas que no deberían perderse nunca. Pequeños fragmentos
de tiempo que rozan lo cotidiano y rompen la letanía que la rutina construyó. Tirarse
en la cama a escuchar una canción, invitar a un amigo a cenar o tomar juntos
una cerveza. Momentos que probablemente unidos no firmarían ningún guion hollywoodiense.
Sin embargo son los que uno, pasado un tiempo, recuerda con más fuerza. Anoche,
nos transportamos al sabor de 1906. Al recuerdo de “la colorada”. Una cerveza
atemporal, adelantada a su tiempo que muestra su esplendor en estos días. La gama
de la Estrella red vintage reúne a
unos 150 amigos en el Teatro del Arte de la capital, situado en uno de sus
barrios más castizos. Todos los detalles cuentan para firmar 2 horas anacrónicas
a través de los sentidos. Del oído, sonidos antiguos versionados por el
innovador Xoel López; y del gusto, por un maestro en la cocina que supo hacernos
viajar a diferentes instantes de nuestra vida a través del paladar. Lo vivido
anoche dentro del ciclo “Pequeños
Grandes Momentos 1906” se recordará como el día que Galicia creó un
recuerdo a Madrid.
Y como si de un marinero en tierra seca se tratase, Xoel López nos trasportó al espíritu
emigrante del gallego. Él mismo así se sintió en Madrid cuando con apenas 20
años se trajo su guitarra y se puso a cantar en las calles de la capital y lo
hizo con The Boxer (de Simon & Garfunkel), un canto a la lucha contra
un entorno extraño y contra el peor enemigo al que uno se puede enfrentar: uno
mismo.
Tras esto, golpes de
percusión. La melodía de una guitarra acústica y su voz. “que tus días se
llenen de infinito desierto (…) Que la vida te de lo que puedas aguantar”. Y un
silbido, el de Xoel. Como un viento lacónico, compendioso y fresco. Tanto como
lo es esta canción que sirvió de ruptura en el tiempo. Y es que el salto fue
tremendo ya que nos situó en el tema Todo lo que merezcas lo que será una
de las canciones de su nuevo disco.
Pero era una noche para recordar y rememorar. Recordar los
inicios, el origen y las raíces de como el propio artista muestra en uno de sus
temas más conocidos, Tierra. Nos trae
la cultura Mod, retrotraerse a los 60 o principios de los 70 con una versión de
los Kinks, Shangri-la. Nos ponemos el sombrero para comenzar con unos
acordes folk, ¿Cómo va el viaje, vaquero? Parecen querernos decir la melodía. Cambio
de ritmo y la canción sube a un tono más agudo, con ecos que suenan a Mercury,
ya sabemos de donde tomó Freddy influencias para volver al estilo más folk del
cantante gallego.
Lo que siempre queda en nuestra memoria son las mujeres de las que nos
enamoramos de niños. Algunos lo hacemos de la madre de un compañero, otros de
una profesora y otros como Xoel, de una artista. Amores imposibles como lo era
el suyo en los 80 por Diana Ross, cuando esta diva del pop ya andaba en
solitario tras saltar a la fama con The Supremes. Y precisamente este estilo
Detroit, por el que las pistas de baile retumbaban de coreografías conjuntas e
indumentarias extravagantes, fue el que Xoel versionó en su modo más pausado
con Stop! In The Name Of Love.
No todo iba a venir de fuera de nuestras fronteras. Xoel es un
reivindicador de reivindicadores. Y lo demostró. Lo hizo reivindicando lo que
algunos como Serrat o Paco Ibáñez se atrevieron a hacer cuando más difícil
resultaba. Poner música y voz a las letras de los poetas españoles de la
generación del 27. Xoel lo hizo, con sonidos folklóricos que adornaban aún más
si caben las palabras del poeta andaluz por excelencia. El eterno Federico
García Lorca con Canción del Jinete. Al teatro entero solo
le quedaba aplaudir.
Tras él saltó al ring en forma de escenario el cocinero y ayer
descubrimos que auténtico Showman Pepe Solla. Este maestro de los fogones
gallego, condecorado con una estrella Michelín recientemente por su carta de la
Casa Solla, salió acompañado de un periodista que hace de sus artículos
pequeños fragmentos de novela bien sea política o deportiva. El escritor con
alma y pinta de estrella del rock, Manuel Jabois.
Ambos se esforzaron por hacernos experimentar viajes en el tiempo a través del paladar. El primero, a la
época en la universidad. Como el propio Pepe decía, al probar la primera tapa
el cerebro parecía decirnos “mañana tienes examen”. Y es que en el piso de
estudiantes lo más socorrido cuando se llega de fiesta a altas horas de
la madrugada es la pasta. Por esto la tapa de Spaghetti con tomate y atún. Lo que nunca nos gustó de niños, el
maestro Solla hizo que de grandes nos volviera locos. Quién no ha peleado con
su madre por esas verduras humeantes en la cena y quién de los ayer presentes
no quiso repetir de la particular menestra de verduras. Para acabar de
alimentar los traumas infantiles, el guiso que más madres han defendido hasta la
extenuación con su “si quieres tomas y
si no también”: lentejas. Una tapa de lentejas que a plena noche y ya
pasada la hora y cuarto de velada asentó los cuerpos que la 1906 empezaba a
martillar.
Todo deportista que se precie recuerda en sus inicios que el final de
los partidos, hubiera triunfo o derrota, siempre traía premio, el bocata de
después. Daba igual a la hora que acabases de jugar, siempre había dinero para
comprar un bocata. Solla no es una excepción y por esto nos preparó una tapa en
forma de bocata de sardina con queso, puro bocado de mar traído a
Madrid.
En esas comenzó la colaboración de los dos fenómenos. Pepe pidió a Xoel
recomendación para la última tapa y Xoel, como de recuerdos iba la cosa, echaba
de menos una tapa de un bar cercano a casa de sus padres. Una tapa muy de su
tierra, un lacón con grelos reconvertido con una miniatura de snack como base,
lacón picado, grelos batidos y corteza de cerdo para adornar. Eso, tapa de
lacón con grelos.
Y si hubo colaboración en la cocina también tenía que haberla en torno
a la música. esta vez fue Xoel el que pidió recomendación a Pepe, quién se
descubrió como melómano y en su sugerencia versionaron un tema de los australianos
Hunters & Collectors, Throw Your Arms Around Me. Yo si
fuera Xoel pediría a este maestro de la cocina que lo acompañara en su próxima
gira y es que forman un dúo bestial a las guitarras. Como diría el maestro
Jabois, “aquí hay dos pasiones frustradas y uno está llevando la vida del otro”.
Esta colaboración puso el cierre a una noche mágica, la noche en que
Galicia asaltó Madrid. Aunque nunca se borrará de nuestras memorias. Un recuerdo,
que como Gabo, maestro del realismo mágico, quién recuperaba momentos de lucidez
frente al Alzheimer con los sabores, estará guardado como una pequeña cosa que
nunca debería perderse.
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