Cinco
años hemos cumplido ya. ¡5 años! Y el primer lustro siempre hay que celebrarlo
de manera especial. Mi manera, es un regalo para vosotros y para mí: aconsejóme
Quixote en repetidas ocasiones que escuchara la lista de los 100 discos mejor
valorados en la web Rate Your Music. Y he decidido hacer no solo eso, sino
una crítica de cada uno de ellos. Breve, concisa, unas ideas clave que pueda
concentrar para reunir cinco discos en cada entrada y que esto no sea
interminable. Así que, comenzando por la parte final de la lista, y siguiendo
siempre aquella que aparecía en la web el pasado domingo 9 de noviembre, ya que
cambia muy a menudo, vamos a ello.
100 – Creedence
Clearwater Revival – Cosmo’s Factory (1970)
Delictivo
que hasta ahora no hubiera escuchado al completo este disco (que en la última
actualización de la página se ha visto sustituido por el The Wall de Pink Floyd, del que ya hablaremos). De la Creedence
conocía temas sueltos, y poco más. Error. Este quinto trabajo del grupo (que
publicó su primer disco en 1968, otros tres en 1969, y dos más en 1970) es
antológico del rock actual. Con un estilo que caballea entre el blues, el rock
n’ roll más tradicional y eso que podríamos llamar “rock sureño”, con una
considerable influencia country, su huella se hace notar en la mitad de la
música setentera que llegue a vuestras radios.
Todo
el equipo está sobresaliente. El trabajo de John Fogerty a la voz es impecable como
lo son, especialmente, las guitarras y baterías, que destacan mucho en los
segmentos instrumentales de “Ramble Tamble” o “I Heard It Through the Grapevine”. Ambos elementos se combinan en un trabajo compositivo magnífico que
logra dos cosas: canciones que se reconstruyen a sí mismas una y otra vez, con
cambios de ritmo y mucha variación (la misma “Ramble Tamble”, o “Lookin’ Out My Back Door”), y una gran personalidad propia, también a la hora de versionar
clásicos como Bo Diddley, Arthur Crudup, Barrett Strong o Dick Penner. La
alternancia entre cortes rápidos (los más abundantes) y otros más suaves crea
el contraste perfecto, y permite que absolutamente todo el disco mantenga un
altísimo nivel.
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¿Tengo que escuchar
esto?: sí, sin
duda.
Si solo tuviera que
escuchar una canción:
hay varias magníficas. Me quedo con “Ramble Tamble”.
¿Dónde debería
escuchar esto?: es
un poco indiferente. Aunque el sur de EE.UU. ayuda. En verano, por favor.
Me ha gustado, ¿dónde
hay más?: su
estilo es muy personal, a la par que reconocible (por influyente), así que
recomendaría más discos suyos. No soy un experto, pero Willy and the Poor Boys y Green
River son, tras este, los mejor valorados.
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99 – Stevie Wonder – Innervisions (1973)
Innervisions es no solo uno de los mejores
(probablemente el mejor) trabajos de Stevie Wonder, sino también uno de los
grandes discos de la historia del soul. Obra del artista de Detroit en todas
sus facetas (la mayoría de la instrumentación, salvo colaboraciones en cada
canción, es suya, como lo son la composición, la voz y la producción y los arreglos),
el trabajo explora un amplio espectro que lleva desde letras más baladeras
(“Golden Lady”, o la genial “All in Love is Fair”), a los temas más
controvertidos, ya sean sociales (“Living for the City”, que en cierto momento
se pierde magistralmente en el discurso de la gente que protagoniza la canción)
o retorcidos temas religiosos (“Jesus Children of America”) con referencias a
la droga… sustancia presente también en otros cortes (“Too High”, “Don’t You Worry ‘Bout a Thing”).
Con
eso en mente, también la variedad en el estilo es importante. Sí, siempre
sabemos que estamos ante Stevie Wonder, merced al sello de, entre otras cosas,
su característica voz; pero las influencias sobre su soul de una música más
popera, de funk, y de músicas tradicionales afroamericanas lleva a que, siempre
con un papel importante de la percusión, ganen más o menos protagonismo pianos,
guitarras acústicas o, sobre todo, los sintetizadores, que tan pronto
construyen piezas rápidas y animadas (“Higher Ground”) como temas más etéreos
(“Visions”), dotando al disco de gran variedad.
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¿Tengo que escuchar
esto?: es un disco
bastante básico, aunque si no te gusta el soul, lo llevas crudo.
Si solo tuviera que
escuchar una canción:
Tal vez “Living for the City” sea mi favorita.
¿Dónde debería
escuchar esto?: en
un día en que necesites animarte, probablemente.
Me ha gustado, ¿dónde
hay más?: forma
parte de la mejor época de Stevie Wonder, de la que cabría recomendar también Songs in the Key of Life (1976) o Talking Book (1972).
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98 – John Coltrane – Giant Steps (1960)
Dejémoslo
claro desde el primer momento: no me gusta el jazz. Lo respeto, me parece una
gran música, pero nunca la he disfrutado, y no estoy demasiado capacitado ni
para comprenderla ni para analizarla. Pero prometí reseñar todos los discos de
la lista, así que algo tendré que decir sobre esto.
Que
Coltrane es uno de los grandes intérpretes de saxofón en la historia del jazz
es evidente desde la primera nota, y este disco demuestra por qué Lisa Simpson
le aprecia tanto. Desde el primer tema del trabajo, homónimo, Coltrane
desarrolla una arrolladora presencia con un instrumento que dialoga, más que
absorbe, al piano del también inimitable Tommy Flannagan, con el que se va
intercalando en cada pieza, siempre acompañados ambos por la suave base de Art
Taylor a la batería (salvo en los últimos minutos de “Mr. P.C.”, donde destaca
muchísimo) y miembros del Miles Davis Quintet (Paul Chambers al contrabajo, y
Kelly y Cobb en la colaboración ocasional en “Naima”).
Partiendo
de estos elementos, Coltrane desgrana con elegancia temas como “Countdown”,
“Syeeda’s Song Flute” o los mencionados (“Naima” es fantástica, por ejemplo).
La presencia es cálida y por muy intrincadas que sean las melodías, siempre
apelan al oyente; la velocidad y la tranquilidad se alternan para llegar
siempre a cierres de manual. Y al cabo, el virtuosismo presente en cada uno de
los intérpretes (especialmente, claro, saxo y piano) ayuda a crear un disco
pulido hasta el último detalle, y que no parece flojear en ningún momento.
Y
con todo, lo siento, pero sigue sin gustarme el jazz
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¿Tengo que escuchar
esto?: si te gusta
el jazz, sí, por supuesto.
Si solo tuviera que
escuchar una canción:
“Spiral” me ha convencido mucho, la verdad.
¿Dónde debería
escuchar esto?: siguen
existiendo las cafeterías de jazz, ¿no? Es lo idóneo.
Me ha gustado, ¿dónde
hay más?: de
Coltrane ya hablaremos aquí de A Love
Supreme (1965), y también My Favorite
Things (1961) parece muy recomendado. Sin embargo, yo también echaría un
ojo a la obra de Flannagan, o a los discos en que participó de Ella Fitzgerald,
Sonny Rollins, Art Pepper o Wes Montgomery.
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97 – Jeff Buckley – Grace (1994)
Que
quede clara una cosa: Jeff Buckley es probablemente el mejor cantautor en
lengua inglesa que surgiera en los años 90 (como Tori Amos fue la cantautora, para mí) y
no admito discusión. Ya en este blog hemos hablado más de una vez de él, y
sobre todo Quixote ha hecho frente con fiereza a las críticas. Porque Buckley
lo merece.
Grace no es simplemente un disco. Ni
siquiera un gran disco. Es una obra legendaria. Un bombazo en la música. El
único testamento vivo que nos queda de un artista cuya prometedora carrera
quedó truncada por su muerte mientras grababa su segundo trabajo, publicado
póstumamente (Sketches for My Sweetheart
the Drunk). Jeff Buckley se ganó al público y a un mundo de la música en
que figuras que iban desde Radiohead a David Bowie, pasando por cientos de
gigantes, se enamoraron de este trabajo.
Su
personalidad no tiene parangón. Buckley tenía un magnífico registro vocal y una
capacidad de jugar con la voz, heredada de su padre (quien diga que no es que
no ha escuchado “Gypsy Woman” de Tim Buckley), pero superada, y un directo
magnífico que trasladaba al estudio. Jeff es intimista, es cercano, es
melancólico y oscuro, es profundo, y es reconocible en cada acorde. Todo el
disco tiene un nivel magistral, desde ese “Mojo Pin” inicial hasta “Lover, You Should’ve Come Over”, pasando por la canción homónima al disco, "Grace". Y eso en los
temas que compone él… pero no podemos olvidar canciones como “Hallelujah”, que
estaría sin duda en un top de los mejores covers de la historia, y que fue la
puntilla que otorgó a este trabajo la fama que tanto merece.
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¿Tengo que escuchar
esto?: IM-PRES-CIN-DI-BLE.
Si solo tuviera que
escuchar una canción:
Si “Hallelujah” no os encoge el alma, no tenéis alma. Por esta vez me permitiré
recomendar una segunda canción (sí, rompo el esquema de este apartado y lo sé),
y diré que “Lover, You Should’ve Come Over”.
¿Dónde debería
escuchar esto?: en
un lugar pequeño e íntimo. Con auriculares y luz tenue, a ser posible.
Me ha gustado, ¿dónde
hay más?: puedes
probar con Sketches for My Sweetheart the
Drunk, con el Live in Chicago, o
con Happy Sad, de Tim Buckley.
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96 – Talk Talk – Laughing Stock (1991)
El
que es uno de los mejores discos (el mejor para algunos, aunque no sean
mayoría) de la historia de Talk Talk, y el culmen de un cambio que había cristalizado
en el trabajo anterior, es también el punto y final en una carrera comenzada 10
años atrás. Algo que al tiempo apena y alegra, pues se despidieron por todo lo
alto.
El
ambiente que destila el trabajo es tan intimista y oscuro como el del disco de
Buckley, pero mucho más inquietante. Pretende rodearte, y envolverte por
completo, con la característica voz de Mark Hollis (que también toca la
guitarra y el piano, pues en aquel momento el grupo era el dúo que formaban él
y el batería Lee Harris) y una instrumentación a veces minimalista, a veces de
más presencia, pero siempre con un tono pesado y opresivo. Los temas son en
general largos (con la única excepción de “Runeii”, de “solo” cinco minutos),
lo que termina por crear ese ambiente con la, además, construcción y evolución
instrumental de las canciones, ya sea en temas con más influencia rock (“Ascension Day”) o en experimentos como “After the Flood” (que salta de la música
ambiental al jazz y al rock como si nada), o “New Grass”. Las canciones
sueltas, personalmente, no veo que tengan un gran valor; es el conjunto de
todas ellas lo que permite crear esa atmósfera inigualable, que va tirando del
oyente y atrapándolo poco a poco convirtiendo la experiencia en única.
A
pesar del órgano tocapelotas que se oye a veces. Compensa la portada, que es fantástica.
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¿Tengo que escuchar
esto?: es
probablemente (quizás junto con Coltrane) el disco más difícil de escuchar de la
lista. Merece la pena, pero no es fácil que guste.
Si solo tuviera que
escuchar una canción:
ya digo que lo que vale verdaderamente es el conjunto. De quedarme con una
quizás sería “Ascension Day”.
¿Dónde debería
escuchar esto?: por
lo que sé, el estudio estaba lleno de incienso, velas, madera y cosas así
etéreas cuando se grabó esto. Si haces lo mismo, sería perfecto.
Me ha gustado, ¿dónde
hay más?: como no
sé muy bien qué equiparar a esto, diré que te escuches el disco anterior, el Spirit of Eden.
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Y
hasta aquí la primera parte de la lista. Volveremos a vernos muchas veces más a
lo largo de los próximos meses, intercalando estos artículos con otras críticas
más al uso.
Allez-y,
mes ami!
Buenas noches, y buena suerte.
¿Esto no continuo?
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