ÁLVARO: Que bonito es todo este Noviembre, este Japomés que tantos descubrimientos nos ha regalado. Mientras veo la final de MasterChef, escribo esto con mi querido Jorge, que hoy será el verdadero alma de la reseña. Hoy nos toca la banda sonora de un anime que no he visto, y él se ha tragado en una semana sólo por esta crítica. Así que en tus manos dejo la introducción.
JORGE: Oioioioi. Pero qué ilusión que me hace ser el hihan no tamashī hoy, jope. Cierto es eso de que me he tragado al completo Cowboy Bebop esta semana, con la excepción del último capítulo doble que no he podido finiquitar porque mi internet es basura. Cuestión esa aparte, para quien no la conozca, la serie es una suerte de space opera muy influida por el western y el noir, que destila a chorros amor por la música: cada capítulo, de hecho, lleva por título el nombre de una canción. Y de esa guisa, responsabilizaron a los Seatbelts, liderados por Yoko Kanno, que ya había trabajado en cosiñas en cine (arreglos para Miyazaki, y todo), TV, juegos y anime, de la banda sonora. Aunque en realidad eso no es del todo cierto: responsabilizaron a Yoko, que formó Seatbelts ex profeso para la banda sonora del anime. Como sea, eso dio pie a cuatro discos solo de la serie original, y luego más cosillas sueltas por aquí. Y de esa producción este es el primero y más destacado. Y tal.