JORGE: Bueno, bueno. Quién lo hubiera dicho. Verme a mí criticando un disco como este. Por avatares del destino, se planteó en una lista de discos a reseñar, dado su próximo 40 cumpleaños (que será este 23 de septiembre), pero la vida no quiso que Walter Becker viera dicho momento y muriera hace un par de semanas. Así que, como homenaje, o lo que sea, o algo, aquí venimos a traer una de las más emblemáticas obras que hayan nacido de la fusión entre el jazz y el rock: Aja, de Steely Dan. ¿Me equivoco en algo? ¿Quieres pelea? Mira que nos pegamos ya si hace falta. Chaval.
ÁLVARO: No lo descartes, pero me esperaré a ver qué nota le pones antes de decidirme. Sí, efectivamente, teníamos la intención de reseñar esto antes del fallecimiento de Walter Becker, así que nadie puede acusarnos de aprovecharnos de la situación. Bueno, en realidad puede hacerlo cualquiera, pero tampoco vamos a hacerle caso. Total, que Aja es un discazo monumental de esta extraña superbanda, un hito en la producción, y quizá el mejor álbum de una banda con muchos álbumes muy buenos. Y sin embargo, ¿quién les conoce?
J: Le pondré una horrible solo por provocar. O no, quién sabe. Y a Steely Dan les conoce… Tu padre, ese que escucha M80 Radio cada mañana de camino al trabajo, perdido en el recuerdo de aquella vez que les vio tocar en directo en 1992, o por ahí (“o por ahí” = “más tarde”, porque en el ‘92 seguían separados. Empiezo bien). O sea, no tu padre en concreto, me refiero a esa clase de padre. Para el resto del mundo están un tanto olvidados, quizás, pero por eso está bien traer este su sexto álbum que, creo, fue su segundo gran éxito, tras The Royal Scam.
A: No creo que les conozca ese padre. En España no son más conocidos que... no sé, El Fary en Noruega. Lo cual es una pena, en ambos casos. En Estados Unidos son una banda de culto como pocas, genios de ser cool simplemente tratando de ser lo menos cool posibles. Así que en 1977, cuando el punk y la música disco eran el sonido del momento, decidieron hacer un disco de jazz contemporáneo, porque les apetecía. Que el resultado fuera bueno, fue una sorpresa para ellos. Y una fastidio seguramente, porque no eran los tipos más felices del mundo: la banda se desintegró porque Becker y Fagen pasaban olímpicamente de salir de gira, así que se quedaron solos. Esto significa que dependerían en buena parte de músicos de estudio, y es así como Aja se concibe: un disco de Steely Dan interpretado por mercenarios intercambiables. Entrañables, sin duda.
J: De hecho, he leído por ahí que un problemón que tuvieron fue que contrataron a un puñaldro de músicos para salir de gira, pero les pagaban básicamente una ****** y se soliviantaron con razón. Dicen las malas lenguas, no lo he confirmado. Lo que sí está confirmado es la enorme cantidad de músicos de estudio que comentas, que ascienden a, según he contado, 37 en este trabajo.
Becker y Fagen se ocupan de la voz, un bajo, guitarras y alguna otra cosilla, amén de, claro, la composición, pero el enorme peso instrumental recae sobre terceras personas. Personas que a la postre constituyen todo el esqueleto del trabajo, claro.
A: Qué bonita cifra, 37. La grabación tuvo que ser una locura, con bandas enteras rotando para tocar las canciones, días y días dedicados a perfeccionar secciones que acabaron siendo descartadas, y en general Fagen y Becker siendo pequeños dictadores (era su banda, supongo). Pero el resultado valió la pena. Una de las conclusiones que sacaron era que el concepto de banda como cuatro tíos que están todo el día juntos tocando música era algo bastante innecesario, y que a la postre nadie distinguiría la diferencia (si este era el motivo por el cual en discos anteriores no mentaban a los colaboradores en los créditos, no lo sé). Es una conclusión que al fin y al cabo se demostró cierta en otros géneros, pero no me voy a poner fatalista del rock ahora. Todavía. Hablemos de las canciones, supongo.
J: Supongo que, al menos en lo que a ellos se refiere, la conclusión debe de ser cierta. Dicho eso, a las canciones que son… Bueno, la primera palabra que tengo que destacar es “variedad”. Que el jazz (vale, que esto no es puramente jazz, pero es muy destacable ese lado) no es lo mío lo he dicho muchas veces, pero en este caso no me resulta muy complicado analizar canciones con temáticas tan radicalmente distintas. Normalmente, tienden a los temas de duración media-larga (de 5 a 8 minutos), con muuuuuuuy extensas partes instrumentales, estribillos pegadizos y una alegría desenfrenada… Aparentemente, al menos.
A: Es correcto. El más largo de todos es el tema de título. “Aja” es una maravilla, con tintes orientales y latinos, que culmina en el que podría ser el solo de batería “integrado” (no el típico de paramos la canción, nos vamos a tomar algo y que el pringao de ahí atrás se venga arriba durante diez minutos) más grande del pop. Steve Gadd arrolla absolutamente todo, excepto el solo de saxofón del gigante del jazz Wayne Shorter. La estructura de la canción es excelente, típica del jazz, con ese tema principal seguido de locura seguido de una vuelta al tema principal. Así que no solo en los instrumentos está la influencia. Y tampoco solo en la estructura, si no también en la armonía. Uno de los grandes artes perdidos en la música contemporánea es el arte del acorde (quizá por eso todo suena igual), pero en los 70 el pop no era para nada así: Paul McCartney, Paul Simon, Joni Mitchell, Todd Rundgren y por supuesto Steely Dan son auténticos genios a la hora de desarrollar progresiones que permiten melodías interesantes a la vez que desafían las expectativas de la audiencia. Pero bueno, el vi-IV-I-V tampoco está tan mal...
J: Eh… Sí, sí, sí. Entiendo. Tienes toda la razón, desde luego.
A: Pero dí algo, que yo ya he hablado un rato.
J: Es que no sé qué aportar a eso. Soy el primo tonto cuando hablas de estas cosas. Puedo hablar de las letras, si quieres.
A: Venga.
J: Son… complicadas. Ambiguas. Ante todo, diría que sutiles. “Aja” es un buen ejemplo, creo, hablando del jazz y la música que ellos hacen, mientras incluyen referencias a Charlie Parker, a Oriente, a las drogas, a manicomios, y hacen juegos de palabras con el título (pronunciado en inglés igual que “Asia”, que pasea por ahí varias veces). Para que se comprendan bien requieren escuchas bastante atentas y alguna vuelta; take “Peg”, for example, una de las canciones más animadas del disco, pero que a la postre parece estar hablando del cine porno. Voces de fondo que indican que la protagonista no está en ello voluntariamente incluidas.
A: Eso dice la leyenda. Las letras son a veces bastante difíciles, quizá el mejor ejemplo sea “I Got the News”, que parece involucrar algún tipo de acto obsceno, pero en cualquier caso no sé aclara qué noticias se han recibido. La mejor letra, eso sí, pertenece a “Deacon Blues” de lejos, otro largo tema sobre las vicisitudes de la vida del artista neófito que quiere emular a sus ídolos y tiene una romántica visión de la muerte. El estribillo es de lo más icónico que tiene la banda.
I'll learn to work the saxophone
I play just what I feel
Drink Scotch whiskey all night long
And die behind the wheel
They got a name for the winners in the world
And I want a name when I lose
They call Alabama the Crimson Tide
Call me Deacon Blues
Es una de las grandes del disco, otro tema jazzero que transcurre como la brisa, con evocadores solos y coros femeninos. ¿Qué más se puede pedir?
J: Diría que estoy de acuerdo, y de hecho, lo diré, porque lo estoy. Quizás “Deacon Blues” sea una de las canciones más comprensibles del trabajo, aunque “Home at Last” (esa especie de versión de “La Odisea”, o algo), o “Josie” (que va de una chica que es el orgullo del vecindario, aunque vaya usté a saber por qué, y como vuelve a casa por Navidad como la lotería son todos felices) tampoco se enrevesan demasiado. Pero sí, hay bastante dificultad en lo que se narra. He leído a estos señores decir por ahí que les encantaba inventar slang, así que puede que parte de la oscuridad lírica radique ahí. Por cierto que he intentado confirmar la leyenda de “Peg”, y sí diría que es cierta, aunque tal vez estaba sugestionado por lo que se supone tenía que oír.
A: A saber. La única canción que no hemos mencionado es la de apertura, “Black Cow”, que es otra joya, con un solo de piano Rhodes precioso y otra letra también analizable. Al parecer los Dan ganaron un premio a mejor canción rap del año o algo así porque samplearon “Black Cow” unos señores. Pero por lo visto les dijeron que no acudieran a la ceremonia porque en años anteriores había habido violencia. Obviamente, se quedaron en casa. Es inestimable la contribución que tuvo este álbum en el rap, de alguna manera, porque los míticos De La Soul se sirvieron de “Peg” para su “Eye Know”, uno de sus grandes clásicos. Parece que no hay nadie al que pueda no gustarle.
J: ¿Estás seguro de eso que afirmas?
A: No.
J: Menos mal, porque… Bueno, a mí no me gusta. Hala, ya está, ya lo he dicho.
A: Explícate.
J: Tampoco hay mucho que explicar, es una apreciación puramente subjetiva. Si tengo que analizar este disco de manera objetiva, como he intentado hacer, le cae una nota bien alta. Instrumentalmente es magnífico, está muy bien construido, fusiona bien los dos géneros principales que busca y hay letras geniales. Ahora, si me pongo en plan subjetivo, he de decir que tras los 40 minutos de escucha no me dice nada en absoluto. Pero eso es problema mío, vamos. O no problema, vaya. Simplemente, no es mi rollo, y no lo disfruto, aunque tampoco lo desprecie. Y ya está. ¿Vas a pegarme? No me pegues.
A: De nuevo, no lo descarto. Pero déjame ver tu nota primero.
J: Un 8.
A: Qué truhán.
J: Antes de que me pegues, me permitiré destacar que mi nota, aún no gustándome el disco, es más alta que la que tiene en RYM.
A: Un 8 es una nota más alta que el 99,9% de los discos que hay en RYM, por otra parte, así que tampoco dice mucho. Yo le voy a dar una nota algo más alta, un 25, pero desde una perspectiva distinta, porque me parece increíble tanto objetiva como subjetivamente. Pero como suelo ir más por lo bajo, pues es comparativamente más alta, supongo. Algún día hablaré sobre qué significan mis notas, porque diría que todo lo igual o superior a 27 es totalmente imprescindible para cualquiera, lo igual o superior a 23 es casi obligado para melómanos, y lo igual o superior a 20 es recomendable en general. Pero tampoco lo he analizado a fondo, así que a saber. ¿Algún comentario de cierre?
J: Iba a decir que si te me ponías estupendo lo bajaba a 7’5, que era mi nota inicial. Pero no voy a hacer eso. En su lugar, diré que totalmente imprescindible para cualquiera es… No sé, leer a Ho Chi Minh. Qué bien escribía ese señor.
A: Viva Ho Chi Minh, hombre ya. Creo.
J: Eso. Y viva el Mặt Trận Giải Phóng Miền Nam Việt Nam, coño ya.
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