JORGE: Es diciembre y hace sol, ¿por qué no escuchas mi canción? ¡Hey, ho! ¡Todos al paredón! Y después de este breve inciso fruto de no saber cómo empezar, que nos hable Álvaro de Regina Spektor y sus aires arrusados en Soviet Kitsch, o algo, ¿no?
ÁLVARO: Siempre soy yo el que habla. Bueno, igual no siempre. Soviet Kitsch es el único álbum hasta la fecha que personalmente no había escuchado antes de la elección de nuestras críticas. Si bien amaba el single “Us” que aquí se encuentra y del que hablaremos detalladamente más tarde, por lo que a mí respectaba el resto de la discografía de la señora Spektor me era totalmente ajeno. Pero estoy hablando de mí, así que hablaré de Spektor ahora. Nacida en Rusia y con el sueño (como todos los rusos, a mi entender) de convertirse en pianista clásica, tuvo que emigrar a Estados Unidos porque su familia no estaba cómoda con el antisemitismo que imperaba en ciertos sectores de la sociedad soviética. Convertida en cantautora un poco peculiar, se recorrió los garitos de moda de Nueva York con sus pintorescas canciones, en las que el piano jugaba el papel co-protagonista junto con la voz de Spektor, rica en gorgoritos y matices de ese estilo. Soviet Kitsch fue su tercer álbum y también su debut con un sello de los grandes. Y a partir de ahí, bueno, encontró su sitio en el panteón de las cantantes a un piano pegadas. Creo.
J: Pero si es que no paras de hablar, madre mía, y luego te quejas. La definición de Spektor bien podría valer tanto para ella como para Phoebe Buffay, pero es totalmente accurate. En mi caso, es este el primer disco suyo que escucho, pues la descubrí en la banda sonora de Kubo y las dos cuerdas mágicas (versionando a los Beatles) y aunque me gustó en temas sueltos nunca le di la oportunidad a discos. Mala decisión, porque me ha cautivado desde la primera nota de “Ode to Divorce”, que se construye con una delicadeza y un dolor que quizás no se anticipan en el título. El tema es sintomático del espíritu del trabajo, con un piano y su voz dominándolo todo, y un acompañamiento (cuerdas, en este caso) que exorciza un poco el minimalismo, pero no demasiado.
A: Hay exactamente un tema que se desvía de esa fórmula, el extrañamente punk “Your Honor”, con un muy pegadizo “DOODOODOODOODOODOO” que resulta ser uno de los fragmentos más inolvidables del disco. El tema está interpretado con la ayuda de una banda a la que no conoce ni Perry que se llama Kill Kenada, de la que no tengo referencia alguna. El resto de canciones siguen lo que has dicho: piano y cuerdas, y tal vez alguna percusión extraña como los golpes de madera que aportan el ritmo en “Poor Little Rich Boy”, que parece prácticamente improvisado por la forma en la que Spektor arrejunta las palabras en lo que se podría considerar el estribillo. No es un punto álgido del álbum, pero no está mal.
J: “Poor Little Rich Boy”, aparte de hacerme odiar mucho al protagonista, tiene esa percusión que me encanta, pues aunque las baquetas (creo que son baquetas golpeándose entre sí) aportan el ritmo, hacen pequeñas variaciones constantes que impiden seguir un patrón uniforme. Por otra parte, aparte de las dos que mencionas (y del breve interludio que introduce “Your Honor”, con el hermano pequeño de Regina preguntándole que cuando empieza la canción, de manera extrañamente tierna, porque no pega nada con lo que llega luego), todo va en la misma línea, de baladas suaves tirando hacia la melancolía. O hacia la depresión, directamente: “Carbon Monoxide” habla del suicidio. Sin más rodeos. Y de forma muy desalentadora.
A: Es una de esas canciones que sirve para hablar de otra característica del álbum, y es que Regina Spektor tiene la capacidad de dejarse llevar por la extravagancia cándida en muchas de sus canciones, y esto puede poner a algunos de sus detractores de los nervios nerviosos. Aquí puede ser la repetición de “walk walk walk” o “come on daddy” o “I’m so cool”, que supongo que tienen que ver algo con el tema de la canción. En “The Flowers”, esto le lleva a algo más divertido, que es una interpretación impromptu de la famosa canción judía “Hava Nagila”, o algo que se le parece, como homenaje a los orígenes étnicos de la cantante imagino. Hay bastantes momentos así que a muchos les podrían resultar cargantes. En ese caso, alejarse muchísimo de Joanna Newsom.
J: A mí esa extravagancia (y no entiendo a qué te refieres con la lejanía de Newsom) me encandila. En “Carbon Monoxide”, por ejemplo, la manera en que el “come on, daddy” da paso a un juego de palabras con “dead-a, dead-a, dead-a, dead-a” que machaca el mensaje hasta la saciedad, es soberbia. “The Flowers” quizás lleve al extremo esa cuestión en lo formal (yo había interpretado ritmos cosacos, pero lo de “Hava Nagila” tiene más sentido), aunque en lo que a contenido se refiere, “Chemo Limo” domina absolutamente. No sé si tiene algo de biográfico con ella misma o algún familiar, pero… No sé, es que no sé cómo hablar de esta canción. Básicamente, da a entender que en un sueño que tuvo Benjamin Franklin le dijo que tenía cáncer, o algo, y el seguro de empresa no se lo cubre, y no se puede permitir la quimioterapia, porque con ese dinero preferiría conducir una limusina. Qué.
A: Con lo de Newsom me refería a que si a alguien le supone un problema la excentricidad de Spektor, que de por sí es bastante asequible dentro de lo que cabe, Newsom hará que quieran prenderle fuego a algo. “Chemo Limo” como bien dices es uno de los temas más estremecedores que hay aquí, por esa temática que tan bien has descrito (aunque con Benjamin Franklin creo que se refiere a una metáfora del dinero, pero a saber). Lo más conmovedor del tema, sin duda es esa repetición de “oh my God, Barbara, she looks just like her mom”, que me parece uno de los momentos más potentes del disco. Similar, aunque con una temática algo más confusamente dickensiana, es “Ghost of Corporate Future”, otro de los destacados en lo que a letra se refiere, me parece.
J: Totalmente de acuerdo, en todo (no había pensado en lo de Franklin, pero makes sense). El momento “she looks just like her mom” es desgarrador, y “Ghost of Corporate Future” es también preciosa, aunque el dolor que deja traslucir lo palia un poco esa candidez tan, tan… tan Phoebe Buffay, porque la estrofa sobre cortarse el pelo es maravillosa y muy suya. En cualquier caso, es una especie de crítica a la alienación en la sociedad de hoy, o quizás no, pero siempre queda bien decirlo. Y queda poco de qué hablar, quizás, salvo por el tema que cierra, “Somedays”, y el tema central del trabajo, “Us”. Uno está bien y supone una conclusión que revierte a la melancolía del principio, que conmueve bastante, pero es que el segundo es arrollador. ¿Cierto?
A: Estoy de acuerdo. “Us” es el mejor tema del disco a una distancia que a mí me parece bastante notable del resto. Las cuerdas vibran, el piano danza, y Regina canta lo que podría ser una condena del estalinismo, o no, según quién la lea. El estribillo es digno de un monumento como los que menciona Spektor en la letra, y ese “it’s contaaaagious-ah-oh-us” es, valga la redundancia, contagioso. Las rarezas de la cantante se usan de la manera más efectiva, y es imposible no cantar con ella. Casi tan imposible como seguirla, porque madre mía, los giros que le da a la voz son vertiginosos.
J: La verdad es que leer las interpretaciones de la gente de esta canción me ha demostrado que la gente es imbécil y que estudiar historia está sobrevalorado, o algo. Pero dejando al margen esa cuestión, el tema en sí es absolutamente precioso. La manera en que las cuerdas van creciendo (de una manera que me recuerda muchísimo a Max Richter) mientras su voz se pierde en gorgoritos, es genial. Y… No sé. Ah, “Sailor Song”, que no la hemos mentado, creo. Pues “Mary Ann’s a bitch”, dicen. Y la gente lo interpreta a lo loco. Desde decir que “Mary Ann” es “Marian”, que significa “mar amargo”, hasta decir que “Mary Ann” es un barco, y que como está lleno de “se(a)men” es… eso. Terrible. Pero la canción es muy divertida (y también se despega un poco del rollo general del disco).
A: Ojalá más interpretaciones terribles de letras. O menos. Son divertidas, como poco. Dicho esto, creo que podríamos ir pasando al tema notas. Sé que tienes pensado darle una bastante buena a este disco.
J: Pero buena, buena, buena. Aunque comparto tu opinión de que “Us” está a años luz del resto del disco, eso solo significa que me parece una canción de matrícula de honor with merit distinction, mientras que temas como “Chemo Limo”, “Ghost of Corporate Future”, “The Flowers” o “Somedays” los veo de sobresaliente. Y ninguno que baje del notable. Por tanto, un magnífico 9’5 para Regina.
A: Bueno, bueno, división de opiniones. A mí me gusta, es un disco entretenido que hace su trabajo transmitiendo la visión del mundo de su autora, pero aparte de “Us”, no hay ningún tema que me enamore más de la cuenta. Así que le doy un ínfimo 7, ok, ✓, aprobado con creces y ya está.
J: Pero qué puta vergüenza es esta. Eres peor que los que usan “Us” para llamar a Lenin dictador sanguinario. O a Stalin. Terrible, terrible. No por la nota, digo, sino porque no has puesto tu simbolito raro.
A: En la crítica final SALDRÁ. Prometido. Y ahora dí algo comunista para cerrar.
J: Eh… Hmmm. “Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales parlamentarias sino en las repúblicas más democráticas”. Dicho queda.
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