sábado, 23 de diciembre de 2017

Iron Maiden - The Number Of The Beast (1982)


Ya es hora para que yo debutase en solitario de forma oficial como miembro efectivo de este blog y lo hago hablando de uno de los discos fundamentales de mi vida. Estamos hablando de The Number Of The Beast de Iron Maiden. Y como mi vida y mis gustos subjetivos no interesan a nadie, incidiré en lo que supuso de verdad el disco.

Tras sobrevivir cuando la escena musical estaba dominada por el punk y resistir peticiones de que se cortaran el pelo y se integrarasen en esta nueva corriente, Iron Maiden estaba a punto de alcanzar el estrellato. Estamos hablando de la conocida New Wave of British Heavy Metal, la nueva ola de heavy metal británico, que había surgido en conciertos underground y que estaba ya reclamando su puesto. Iron Maiden se convirtió en el principal referente y, tras conseguir dos grandes éxitos con su disco homónimo en 1980 y Killers en 1981, en 1982 entrarían definitivamente en el mainstream y se consolidarían como banda y a su particular sonido con The Number of The Beast.

El disco se abre con una canción contundente como pocas. "Invaders", cuya letra va sobre invasiones vikingas, nos presenta la nueva voz de la banda. Paul Di Anno fue un hombre importante, pero sus adicciones le impidieron mantener el ritmo y la banda decidió fichar al cantante de Samson, un tal Bruce Bruce, al que lo primero que le dijeron es que dejara de llamarse así y usará su nombre original, Bruce Dickinson. La voz es totalmente distinta a la Di Anno, y pasamos del estilo punk grave original a una voz aguda propia de un tenor pero de una gran intensidad. Sin desmerecer a Paul, Bruce fue un salto gigantesco en cuanto calidad, lo que además obligó a Steve Harris (principal compositor) a adaptar las canciones a su voz. Iron Maiden evolucionó y tenemos como resultado su sonido característico con las guitarras veloces de Adrian Smith y Dave Murray corriendo a gran velocidad junto al cabalgueo de Steve Harris y la contundencia de la batería de Clive Burr.

Invaders en un puntazo perfecto de gran intensidad para abrir el disco, pero el siguiente corte baja drásticamente la velocidad e incluso el inicio podría ser tomado como una balada triste. "Children Of The Damned", basada en una película de terror de unos niños con poderes enfrentados a los adultos, deja a Bruce Dickinson lucirse vocalmente y exprimir aún más sus cuerdas vocales tanto como cuando grita "CHILDREN OF THE DAMNED" como en las estrofas. Iron Maiden demuestra aquí que saben ir despacio al inicio y manejar el ritmo y el tempo a la perfección para finalmente correr al toque de corneta y dejar a los solos estallar.

Tenemos una introducción grabada antes de un tema bastante fetiche para mí. Es el perfecto exponente del sonido Maiden sin ser uno de sus grandes himnos. "The Prisioner", tiene un riff pegadizo y potente, un cabalgueo incesante y un estribillo épico. La canción puede pasar desapercibida debido a la alta calidad del disco. Y realmente sería una pena porque es un tema 100% Maiden.

Cuenta la leyenda que Adrian Smith compuso "22 Acacia Avenue" con 14 años y que finalmente Steve Harris terminó de darle los últimos arreglos. Estamos en una canción que evolucionando y cmabiando según el paso de la canción junto a la letra. La canción cierra la trilogía sobre Charlotte The Harlot (aunque volvería a aparecer en otras ocasiones), una prostituta de la que se encapricharon varios miembros de la banda. La canción empieza invitándonos a ir a verla si estamos “deprimidos y solitarios” y nos dice que esta señorita que nos enseñará muchas cosas y que si decimos que vamos de su parte nos hace descuento. Sin embargo, acaba siendo toda una declaración desesperada de amor y de temor que la vida de Charlotte acabé con corromperla.

"Charlotte isn't it time you stopped this mad life
Don't you ever think about the bad times
Why do you have to live this way
Do you enjoy your lay or is it the pay"

La canción musicalmente demuestra una gran riqueza y se amolda a la letra y lo que quiere trasmitir. Una de las canciones más particulares en la historia de Maiden.

Y llegamos al temazo absoluto que es "The Number Of The Beast", la canción que da nombre al disco y que marcó tanto a la banda en cuanto actitud y en imagen. También es una canción que evoluciona, desde esa grabación tenebrosa que nos recita el Apocalipsis. La letra va de un sueño tras ver la película de La Profecía. Primero un hombre se asusta (Cause in my dreams/ It's always there/ The evil face that twists my mind and brings me to despair) tras ser testigo de un ritual satánico que va creciendo en intensidad hasta estallar en un desesperado alarido que Dickinson clava a la perfección. A partir de ahí se abandona toda contención (especialmente en directo con Dickinson y compañía corriendo a todos los lados del escenario) y aumenta la velocidad y se van describiendo las correrías del ritual. Finalmente, el ritual fascina al visitante, que se convierte en un acólito más. Las guitarras logran solos y melodías realmente fascinantes, como si fueran productos de este ritual satánico. Y qué decir de la voz de Dickinson y su final declaración como Satán:

"I'm coming back, I will return
And I'll possess your body and I'll make you burn
I have the fire, I have the force
I have the power to make my evil take it's course"

El temazo fue un auténtico petardazo y se ha convertido en una canción obligada en todos sus conciertos hasta la fecha. Como lo es también "Run to the Hills", que es uno de los grandes ejemplos del cabalgueo del bajo Steve Harris. Primero se presenta como un lamento de los indios:

"White man came across the sea
He brought us pain and misery
He killed our tribes, he killed our creed
He took our game for his own need
We fought him hard, we fought him well
Out on the plains we gave him hell
But many came, too much for Cree
Oh will we ever be set free"

Pero entonces batería aprieta y llegan los vaqueros saqueando y matando:

"Soldier blue in the barren wastes
Hunting and killing's a game
Raping the woman and wasting the man
"The only good injins are tame"
Selling them whiskey and taking their gold
Enslaving the young and destroying the old"

La canción es un chute de adrenalina, más aún que "Invaders". Maiden tiene facilidad en hacerte cabalgar hasta el infinito con temas como este o el posterior tema del Peace of Mind "The Trooper". Es una canción que reúne la épica y la lleva a la extrema velocidad y aún así logra conmover.

Después de estos dos auténticos himnos llegan los temas menos relevantes del disco. Y eso que "Gangland" es una transición perfecta donde nos habla de gansters a una velocidad endiablada y la voz de Dickinson logra ser de nuevo bastante pegadiza. Cumple con su función, pero la competencia es demasiado alta como para ser recordada, a pesar de ser un muy buen tema.

"Total Eclipse" baja las revoluciones y se nota un poco. Sin embargo, tiene un regusto más oscuro (de hecho habla de un colapso ecológico) aunque cumple perfectamente como tema Maiden. Riffs de guitarra agresivos y a la vez creativos, continuos cambios que permiten la evolución de la canción, manejo de los tempos para ser rápidos o más lentos, fiabilidad absoluta en la parte rítmica de la banda y una voz aguda carismática que destaca.

El último tema es el posiblemente mejor tema de Iron Maiden. Aunque "The Number Of the Beast" es agresiva y lleva al máximo nivel el estilo clásico de Iron Maiden, "Hallowed By The Name" es la perfección a la que puede llevarnos la banda. Un comienzo lento onde nos acompañan las campanas donde un hombre lamenta como va a ser condenado a la horca y como no tiene miedo a morir que empieza a plantearse su vida hasta finalmente encomendarse a Dios tras darse cuenta que la vida es una “extraña ilusión”. Las guitarras van subiendo de intensidad al tiempo que la voz de Dickinson pasa de casi recitar a realmente desgañitarse. Aunque las letras de Maiden son siempre reseñables, está es la mejor que han escrito nunca. Este es el inicio:

"I'm waiting in my cold cell, when the bell begins to chime.
Reflecting on my past life and it doesn't have much time.
'Cause at 5 o'clock they take me to the Gallows Pole,
The sands of time for me are running low."

Después llegan las reflexiones desesperadas como:

"Somebody please tell me that I'm dreaming,
It's not easy to stop from screaming,
But words escape me when I try to speak.
Tears fall but why am I crying?
After all I'm not afraid of dying.
Don't I believe that there never is an end?

As the guards march me out to the courtyard,
Somebody cries from a cell "God be with you".
If there's a God then why has he let me go?"

Musicalmente es una canción de matrícula, y que en su parte instrumental consigue transmitir esa desazón en cada momento. Los solos en la que ambas guitarras se desatan son una auténtica y bendita locura. La voz de Dickinson llega hasta donde pocos cantantes han llegado, con notas verdaderamente agudas y calando en el alma de todo el que escucha el tema. Y en directo la canción (como el resto) mejora porque la banda es un auténtico monstruo del directo, especialmente por el hiperactivo Bruce Dickinson. De hecho antes del disco, presentaron algunos temas en su mítico concierto en Hammersmith.

Se puede discutir cual es el mejor disco de Iron Maiden y sacar tanto discos clásicos como el Powerslave o el Seventh Son of a Seventh Son. Pero creo que es indiscutible que uno de los más importantes y que consolidó definitivamente a la banda es The Number Of The Beast. Encontró el sonido clásico de Maiden y la banda se convirtió en el monstruo que sigue siendo hoy en día. Mi nota es un sobresaliente y recomiendo el disco para todos los que estén interesados en la banda y el Heavy Metal.

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