WINDY & CARL - DRAWING OF SOUND (1996)
¿Quién? Pues no lo sé. Al parecer Windy y Carl son una pareja de marido y mujer que hace discos de ambient guitarrístico de algún tipo y de la que jamás he oído hablar hasta ahora, pero su historia me parece preciosa. Compañeros de la vida y de la música, o algo. No parece que su música me vaya a gustar, pero a saber. Los efectos de guitarra son múltiples y están bien elegidos. En "You", la voz de Windy es poco más que un susurro, apenas más inteligible que las de My Bloody Valentine, un grupo similar pero bastante más ruidoso. Los punteos son suaves y envolventes, un poco post-rock, un poco alucinógenos. Podría acostumbrarme.
El resto de piezas superan los ocho minutos de duración: "Lighthouse" se adentra en el drone, ese género caracterizado por la repetición de sonidos profundos y reverberantes que se repiten como un mantra. El efecto es desde luego hipnótico, y si buscáis ese tipo de experiencias, es un disco más que recomendable. "Venice", por su parte, es un extenso ejercicio de creación de un paisaje sonoro casi Glenn Branca-esco. "Awhile" extiende esta idea añadiendo voz. El tema de cierre, "Whisper", es más similar a los iniciales, con esa complicada construcción de texturas que se superponen, utilizando e-bows y ecos para que una guitarra suene como una orquesta entera. Una intricada coda pone punto y final a un álbum interesante para paladares aventureros. Es una puerta a un mundo amplio, y debéis decidir si cruzarla o no.
El resto de piezas superan los ocho minutos de duración: "Lighthouse" se adentra en el drone, ese género caracterizado por la repetición de sonidos profundos y reverberantes que se repiten como un mantra. El efecto es desde luego hipnótico, y si buscáis ese tipo de experiencias, es un disco más que recomendable. "Venice", por su parte, es un extenso ejercicio de creación de un paisaje sonoro casi Glenn Branca-esco. "Awhile" extiende esta idea añadiendo voz. El tema de cierre, "Whisper", es más similar a los iniciales, con esa complicada construcción de texturas que se superponen, utilizando e-bows y ecos para que una guitarra suene como una orquesta entera. Una intricada coda pone punto y final a un álbum interesante para paladares aventureros. Es una puerta a un mundo amplio, y debéis decidir si cruzarla o no.
VALORACIÓN: 18/30
GÉNERO: Post-ambient guitarrístico.
HOODOO GURUS - STONEAGE ROMEOS (1984)
Ya he mencionado a los Hoodoo Gurus alguna vez, esa banda australiana de guitarras que hizo "I Want You Back", una exhilarante canción sobre una traumática ruptura, y que se incluye en este disco y que sigue consituyendo tres de los mejores minutos del pop de los ochenta. Y aunque buena parte del atractivo del álbum reposa sobre los hombros de "I Want You Back", estos chicos de Sydney tenían más de un as bajo la manga. Este es su debut, y sirve también en parte como recopilación de sus singles anteriores, así que no debería sorprender que hay más de un temazo escondido aquí.
El surfabilly, por decir algo, de "(Let's All) Turn On" es la primera salva, contagiosa y con toques a lo Little Richard (y referencias a todas las influencias del mundo, desde los Flamin' Groovies hasta los Ramones pasando por los Count Five y T. Rex), muy diferente a la más sosegada "I Want You Back". "My Girl", ubicada entre una oda a la necrofilia ("Dig It Up") y la dramática "Zanzibar", es un delicioso chicle que tiene el honor de ser la canción del disco que más se asemeja a una composición de los hermanos Finn. "Leilani", por su parte, tiene un ritmo de batería glam que acompaña a la triste historia de la hija de un jefe aborigen que se acerca demasiado a un volcán. Otro de los destacados, "Tojo", es un tema estructuralmente bastante extraño, desde luego el más extraño de la que por lo demás es una colección de canciones muy directas. En fin, el disco es una maravilla, y no sé me ocurre qué falta le podría encontrar alguien, así que os imploro que lo escuchéis un día de estos. No os arrepentiréis.
El surfabilly, por decir algo, de "(Let's All) Turn On" es la primera salva, contagiosa y con toques a lo Little Richard (y referencias a todas las influencias del mundo, desde los Flamin' Groovies hasta los Ramones pasando por los Count Five y T. Rex), muy diferente a la más sosegada "I Want You Back". "My Girl", ubicada entre una oda a la necrofilia ("Dig It Up") y la dramática "Zanzibar", es un delicioso chicle que tiene el honor de ser la canción del disco que más se asemeja a una composición de los hermanos Finn. "Leilani", por su parte, tiene un ritmo de batería glam que acompaña a la triste historia de la hija de un jefe aborigen que se acerca demasiado a un volcán. Otro de los destacados, "Tojo", es un tema estructuralmente bastante extraño, desde luego el más extraño de la que por lo demás es una colección de canciones muy directas. En fin, el disco es una maravilla, y no sé me ocurre qué falta le podría encontrar alguien, así que os imploro que lo escuchéis un día de estos. No os arrepentiréis.
VALORACIÓN: 23/30
GÉNERO: Power pop garajero
ROGER WATERS - IS THIS THE LIFE WE REALLY WANT? (2017)
¡Que viene el señor Waters! ¿Con qué abrumador espectáculo de imagen y sonido nos regalará? ¿Se caerán muros, flotarán cerdos, y se proyectarán arcoiris a través de un cristal? Tenemos que esperar hasta mayo, pero seguramente no defraudará. El caso es que entre diatriba antisionista y diatriba antisionista ha tenido tiempo para sacar un nuevo álbum este año. Y el álbum, para bien o para mal, suena exactamente como cabría esperar de un disco de Roger Waters en 2017. Un latido aparece en "Déjà Vu", un recurso que jamás había usado Pink Floyd antes.
Pero no se le puede ir pidiendo al pobre hombre originalidad después de cincuenta años y es, en cualquier caso, meritorio que suene tan similar a los viejos Pink Floyd (y parte de culpa tendrá Nigel Godrich, coprodoctor). La tensa "Picture That" podría ser parte de The Wall, sin ir más lejos. O en "Broken Bones", donde se desgañita igual que antaño: Waters no ha perdido nada de fuelle, y tampoco ha ganado nada de sutileza (aunque supongo que, mirando atrás a discos de 2017 en un futuro, veremos que poner recortes de frases de Trump será bastante habitual). "Smell the Roses" es el tema Dark Side del álbum, uno de los pocos en los que la guitarra destaca en absoluto. "Part of Me Died" cierra con la alegría característica del señor Waters, una letanía de desastres y calamidades que afectan al mundo, para despedirnos con buen sabor de boca. Lo dicho: un buen y fiel recuerdo de música
VALORACIÓN: 18/30
GÉNERO: Art rockers against Trump.
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