ÁLVARO: ¿Qué pasa, rutilófilos? Hemos sido chicos muy, muy malos esta semana, así que hemos decidido que qué mejor manera de celebrarlo que reseñar el disco de una señora que nos pidió nuestro compañero Adri el otro día. Pensaba que tal vez se uniría a nosotros para comentarlo, pero es pronto y debe estar ya muy, muy borracho. Sin más dilación, aquí está Tidal, de Fiona Apple. ¿Algo que te gustaría añadir, George?
JORGE: No mucho. Creo que Adri lo que quería es que le introdujéramos en la música de esta chica, de la que me dijo que no conocía mucho más allá de “Criminal”. Y qué mejor forma de hacerlo que con el trabajo que nos pidió, el disco debut de Fiona, lanzado allá por 1996 y compuesto, según tengo entendido, cuando contaba con tan solo 17 años. Desde luego, es una carta de presentación impactante, con un sonido muy cercano a otras artistas que hemos ido trayendo al blog recientemente (es inevitable mentar a Tori Amos, a PJ Harvey y hasta a Nina Simone), pero con un sello propio e inconfundible.
JORGE: No mucho. Creo que Adri lo que quería es que le introdujéramos en la música de esta chica, de la que me dijo que no conocía mucho más allá de “Criminal”. Y qué mejor forma de hacerlo que con el trabajo que nos pidió, el disco debut de Fiona, lanzado allá por 1996 y compuesto, según tengo entendido, cuando contaba con tan solo 17 años. Desde luego, es una carta de presentación impactante, con un sonido muy cercano a otras artistas que hemos ido trayendo al blog recientemente (es inevitable mentar a Tori Amos, a PJ Harvey y hasta a Nina Simone), pero con un sello propio e inconfundible.
A: Me he dado cuenta de que se tiende a utilizar comparaciones mucho más a menudo cuando se trata de mujeres en la música. No sé exactamente la razón, quizá daría para otro artículo, pero no es el momento de debatir. O sí. Bueno, da igual. Como dices, Fiona fue encajada entre esas estrellas del movimiento “Lilith Fair”, que fue un festival exclusivamente para mujeres durante los noventa, y otros artistas más próximos a su edad, como... no sé, los Backstreet Boys, o algo así. Ella era joven, segura de sí misma, con unos cuantos traumas probablemente... y el éxito le sobrevino de la noche a la mañana. Quizá hablemos de eso una vez toquemos un poco el contenido del disco.
J: No había caído en lo de las comparaciones, pero tienes toda la razón. Y no sé hasta qué punto es bueno. Pero en todo caso, estilísticamente creo que la influencia de las mentadas está ahí. Tidal lo domina de manera casi omnipresente un piano que acompaña la voz de Fiona, a ratos intimista, a ratos melancólica, a ratos agresiva, y con unos arreglos e instrumentación adicional que se me antojan barrocos. Los traumas que mentabas están entre los temas que tocan las canciones, aunque el que suena por excelencia es el del amor. Generalmente fallido, imposible o falso, por supuesto.
A: El amor adolescente: oh, qué sensación. Imagino, vamos. Todas las cosas no le han ido bien a Fiona en ese aspecto, como podemos deducir de “Sleep to Dream”, un tema de jazz oscuro, con bajos retumbantes, y que abre el disco de manera contundente. La cantante pone poco menos que a caer de un burro a un amante que no se compromete lo suficiente con su relación. Otras veces, como en la mencionada “Criminal”, el tema más recordado, es ella la que pide perdón por sus actos, en este caso utilizar a otra persona para conseguir lo que ella quiere, con erótico resultado. Y por si fuera poco, tenemos la combinación de ambas en la maravillosa “Shadowboxer”, en la que Fiona se deja hacer lo que quiere por un tipo que no la hace mucho caso pero del que ella está locamente enamorada. Mucha variación en lo que se refiere a los temas posiblemente centrales del disco.
J: La verdad es que la insistencia con el amor sigue haciendo su aparición en otros temas: es deseado en “The First Taste”, maquiavélico, o algo parecido, en “Slow Like Honey”... Hay que irse a algunos de los temas menos conocidos para encontrar algo distinto, como son “Pale September” o “Never Is a Promise” para ver a una Fiona que habla más de cómo se siente y cómo intenta encontrar su lugar en el mundo. Y, claro está, “Sullen Girl”, en que hace mención a la violación que sufrió años atrás, cuando tenía solo 12. A veces se separa de esa temática central, y para mi gusto es cuando alcanza las cotas más altas del disco, pero no es lo más habitual.
A: Qué rápido estamos yendo, me da la impresión. Casi no tengo nada que decir. Salvo a lo mejor destacar lo maravillosa que me parece “The First Taste”, tanto líricamente (la chica esperando a que el chico dé el primer paso, con versos maravillosos como “I do not struggle in your web / Because it was my aim to get caught”) como musicalmente. Es un tema como chillout, de estos de Café del Mar, volumen 8643, de chiringuito chic, o algo. Y por supuesto, tenemos “Criminal”, la canción más rockera del álbum, por decir algo, y la que se convirtió en hit gracias, en parte, a un videoclip del polémico Mark Romanek en el que se mostraba a Fiona enseñando algo de piel, lo cual le granjeó críticas de todo tipo.
J: Imagino que, viendo cómo se toma las cosas en el disco, las críticas le importarían no demasiado, y eso me parece bien. En todo caso, como dices, “Criminal” es sin duda el tema más emblemático del disco, y supone un buen ejemplo de lo que uno se puede encontrar aquí. Personalmente, y a pesar de cierto tópico en su temática, me gana más “Pale September”, o la calma triste que hay en “Never Is a Promise”, con ese “but ‘never’ is a promise, and I’ll never need a lie” tan sugerente que cierra la letra. En general, repetición temática aparte, es una letrista magnífica.
A: De eso quería yo hablar, claro. La manera en la que formula determinadas cosas en sus letras es absolutamente brillante, tanto que el mismísimo Kanye West confesó envidiar su vocabulario y dijo que él quería ser como Fiona Apple, pero en rap. No sé si lo consiguió, pero difícil encontrar dos personas más distintas siendo compatibles. Quizá... Fiona Apple y Marilyn Manson, que también eran colegas. De vuelta a las letras, todas las canciones esconden algún verso que rompe todos los esquemas, y que desde luego a mí me deprime leer viendo las cosas tan increíbles que podía escribir esta muchacha a los 17 años. “Never Is a Promise”, que tú mencionas, rivaliza con cualquier poema de Maya Angelou, referente para la artista. “Shadowboxer” es otro tour de force: “Oh, you creep up like the clouds / And you set my soul at ease / Then you let your love abound / And you bring me to my knees”. Y bueno, podría seguir, pero creo que he puesto de manifiesto su habilidad compositiva.
J: Podríamos seguir todo el día, porque como dices, cada canción es magnífica en ese aspecto. También me encandila lo bien medido que está todo en la instrumentación: antes decía que se me hace barroca a ratos, por recargada, pero todo está trabajado al milímetro y muestra, a pesar de seguir una fórmula base similar, casi más variedad que la temática, lo que hace que no demasiados temas se me parezcan entre sí. No excesivamente, al menos.
A: A mí, por el contrario, si me parece que el disco se vuelve algo repetitivo hacia el final. Las cuatro últimas canciones son demasiado semejantes a las que han venido al principio: “The Child Is Gone”, es básicamente un reprise de “Shadowboxer” en muchos aspectos, y el resto son baladas atmosféricas de piano que, si bien están bien construidas y son preciosas por sí mismas, en el contexto del álbum bajan un poco el nivel, me parece. ¿Tú qué dices?
J: Que pa ti la perra gorda. No, quiero decir, que estoy de acuerdo en parte. Sí que es cierto, que los cuatro últimos temas quizás sean un poco repetición de lo anterior, pero como comenté antes, mis dos canciones favoritas del disco están entre ellos, así que… No sé, tal vez el problema esté en que me cuesta conectar bastante con la primera mitad (“Shadowboxer” aparte), a pesar de reconocer la calidad que tiene.
A: Agree to disagree, entonces, lo cual está muy bien. Bueno, solo queda añadir el gran recibimiento que tuvo el álbum por parte de la industria, lo cual llevó a Fiona a decir que el mundo (de la música) era una mierda, al recibir un premio al mejor vídeo por “Sleep to Dream”. A partir de entonces, decidió que sólo sacaría un disco cuando tuviera algo que decir, y por eso sólo ha sacado tres desde entonces, imagino. Todos ellos recomendables y alguno mejor que este Tidal, por cierto. Así que, si no hay nada más que añadir, pasemos a las notas.
J: La verdad es que es fantástico ese discurso, como lo es el sacar solo cuatro discos en 20 años. En cuanto a las notas, no me voy a andar con florituras: es un disco fantástico, apabullante como debut, y tiene un par de temas o tres que me encantan, aunque no me llega demasiado en su conjunto. Un 8.
A: Yo soy más cicatero, como de costumbre, así que le pondré un 21 sobre 30, que todos sabemos lo que es sobre 10. Espero, al menos. Así que, con esto y un bizcocho...
J: Vivan las matemáticas, o algo. Pues solo queda despedirnos hasta la próxima y esperada crítica, me temo. Sean ustedes malos, malos, malos. Y malas.
A: Y yo ahora qué digo.
J: Puedes disertar sobre el darwinismo social y la eugenesia, y tal.
A: Yo creo que matar a gente está mal, salvo que piensen distinto a mí. Entonces eugenesia para todos, cómo no. Especialmente a los bajitos como tú. ¿Te parece esa suficiente disertación?
J: Supongo que sí. Grita el oxímoron que estás deseando gritar, venga.
A: ¡Abajo los bajitos, hombre ya!
No sé si estaría muy borracho, si me avisáis a lo mejor aparezco. O a lo mejor estoy muy, pero que muy borracho.
ResponderEliminarDe todas maneras, gracias por hacerme caso.
Musicalmente, estoy más de acuerdo con Álvaro con respecto a la primera mitad del disco que con Jorge. Lo que me faltaba por mirarme son las letras, pero ya veo que son maravillosas a tenor de vuestras palabras y los ejemplos sacados a la luz.
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