sábado, 24 de noviembre de 2012

Styx - Paradise Theater (1981)



Tras intentar posponer la llegada de este artículo durante años, las recientes apariciones de Bruno Mars, Maldita Nerea y Tokio Hotel me han dado fuerza para librarme de mis ataduras y prejuicios. Styx sigue siendo un "esqueleto en el armario", uno de esos artistas que me gustan pero del que escondería los discos en caso de que a alguna de mis visitas le diera por cotillear y que además conociera al grupo. Todavía no he tenido que esconder el único álbum suyo que tengo, este "Paradise Theater".


Como el mismísimo primer artículo de este blog demuestra, la cosa viene de lejos. Styx subió pronto al primer puesto de la lista de mis artistas favoritos, porque son asequibles, melódicos y tienen un ligero punto rockero de vez en cuando.

¿Pero quiénes son? Styx forma parte de ese conglomerado difícil de definir que algunos llaman "arena rock": bandas de finales de los setenta que vendían como churros porque sus canciones eran estúpidamente pegadizas, con gancho, y en el fondo pura fachada. Los méritos artísticos del género son escasos, con la posible excepción de Boston, Kansas o Foreigner. Tal vez Journey. Y, si les metemos en este cajón, Toto, que son tremendos.

Todos excelentes músicos, por supuesto: no voy a negar que Tommy Shaw y J.Y. son grandes guitarristas, que Dennis DeYoung es un buen cantante (y genial pianista/teclista), o que los hermanos Panozzo son una sección de ritmo perfectamente aceptable. Pero más que respeto, lo que les tengo es cariño, porque son unos cuantos años ya. Tantos que voy a criticar este disco mientras escucho a Justin Bieber. Yo tampoco sé porqué.

El caso es que la cosa empieza con Dennis y su piano, repitiendo el mismo "leitmotif" que usarán otras dos veces más en el disco (si no me equivoco, en este caso es un piano eléctrico, mientras que en el resto es un piano de verdad, pero bah). Es "A.D. 1928": el teatro está siendo inaugurado (porque esto es un álbum conceptual sobre un teatro) y el público está expectante. Lo que reciben es "Rockin' the Paradise", que es un tema bastante rockero. Cantado por Dennis (hago esta indicación porque en Styx cantaba hasta el gato: hablo de memoria, pero creo que han podido tener alrededor de seis lead singers en su historia), aunque como siempre apoyado por los dos coristas de postín que son J.Y y Tommy, que tienen tiempo para marcarse respectivos solos.

En "Too Much Time On My Hands", Tommy Shaw recoge el testigo (en un paréntesis poco relacionado, he de reconocer que la Gibson Explorer es la guitarra más bonita que hay). Su voz es bastante más "normal" que la de DeYoung, que es extraordinariamente aguda, pero es muy, muy competente. La canción no es nada del otro mundo, pero gana bastante en directo. De hecho, todas las canciones de Styx ganan en directo: el "Return to Paradise", que celebraba el 15º aniversario de este álbum y tour, es realmente sensacional, y en él se marcan una versión del "Too Much Time" tremenda, con final heavy y todo.

"Nothing Ever Goes As Planned" es de los temas flojos. Pese a una sección de metales que le da un buen toque, tiene un estribillo horrible y el momento reggae es como mínimo desdeñable. La cosa se arregla, porque por mucho que sea uno de los temas pasteleros del milenio, "The Best of Times" es una gran canción. Comenzamos con el citado "leitmotif", pero en lugar de estallar como la vez anterior, evoluciona en forma de power ballad. Fue mi canción favorita durante mucho, mucho tiempo. Y no voy a meterme con ella, pese a que es muy fácil. Ese estribillio es maravilloso, lo miremos por donde lo miremos: "THE BEST OF TIIIIIIMES/ARE WHEN I'M ALONE WITH YOUUU". No apto para diabéticos.

La otra canción floja, en la que casualmente aparecen otra vez los metales, es "Lonely People". Tiene una melodía inicial interesante, pero es totalmente olvidable. Y cuando DeYoung intenta ensuciar su voz con la garganta, en lugar de emitir su chorro de voz angelical de costumbre, es patético. El primer solo de guitarra, sin embargo, es interesante en su atonalidad, aunque breve.

"She Cares" es posiblemente la canción más moñas de la historia de la música, y lo digo siendo un puñetero experto en la materia. He navegado por los mares de Air Supply, recorrido los bosques de Barry Manilow, atravesado los desiertos de REO Speedwagon... y todavía no he encontrado nada tan azucarado. Es notablemente más "movida", por decir algo, que la mayoría de las canciones de estos tres, pero escuchad el momento "and when the world has turned its back on me/I won't have to feel alone/cause I KNOOOW SHE CAAARES" (me veo obligado a ponerlo en mayúsculas), seguido de un "woah-woah-woah" digno de los Carpenters, y atreveos a negar lo que he dicho.

La primera canción que puede resultar ligeramente intensa es "Snowblind", y ya está bien, porque es la octava. El motivo puede ser la temática relacionada con las drogas, aunque no os asustéis, es ANTI-droga. Aquí canta también J.Y, y no lo hace mal. No puedo hablar de "Snowblind" sin mencionar que el PRMC (Parents Music Resource Center, o sea, Grupo de Padres Preocupados Por Lo Que Sus Hijos Pueden Escuchar En La Radio) les acusó de incluir mensajes satánicos al revés. No deja de ser absurdo, teniéndo en cuenta que Dennis DeYoung no podría ser más católico-apostólico, pero en fin. La respuesta de J.Y. se puede escuchar en el propio "Return to Paradise", en un discurso bastante agitado en el que menciona los mil nombres de Satán. Merece la pena.

Y llegamos al final. "Half-Penny, Two-Penny" podría ser considerada la mejor del álbum. Es la más rockera, tiene un riff estupendo, y hasta que llega el estribillo, parece obra de un grupo mucho más serio. Claro, los coros agudísimos estropean un poco ese ambiente. Puente progresivo a lo Alan Parsons, solo de guitarra genial con un poco de wahwah, campanas y un falso outro épico durante dos minutos, tras los cuales volvemos a la canción. Por poco tiempo, porque en treinta segundos estamos ya en "A.D. 1958", han pasado treinta años y el teatro cierra. El motivo que ya hemos escuchado dos veces antes vuelve a repetirse, esta vez como despedida. Es el final perfecto.

Arruinado por veinte segundos de una pianola estúpida que se hace llamar "State Street Sadie" y que es absolutamente innecesaria. Qué le vamos a hacer.

Es el mejor disco de Styx, seguro. Eso no es decir mucho, pero, como ya he contado, les aprecio. No son leyendas, son simplemente pegadizos. El equivalente al glam metal que llegó unos años más tarde, un poco el hazmerreir del rock. Pero se esforzaban. Pobrecitos.

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LO MEJOR: No podría decir que me disgusta ninguna canción. Pero "Half-Penny, Two-Penny" y "The Best of Times" están por encima de la media.

LO PEOR: "Lonely People" y "Nothing Ever Goes As Planned".

VALORACIÓN: Toda valoración que le pueda dar al disco es totalmente subjetiva. Darles un 9 sería un insulto a todas las bandas que han pasado por aquí siendo infinitamente mejores y llevándose peor nota. Una bofetada a McCartney, un pisotón a los hermanos Young, y Dios sabe qué a Lou Reed. Pero si me dejo llevar por la cabeza y les doy la nota que merecen artísticamente, no me lo perdonaría nunca. Así que dejémoslo en que me gusta mucho este disco, pero es malo.

NOTA ACTUALIZADA 2017: 20/30
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Quixote

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3 comentarios:

  1. Ay, pobre, te compadezco... Siempre es duro dar nota a grupos que adoras pero que piensas que son una mierda.

    Me escucharé este disco entero. De pe a pa. Porque tú lo vales.

    P.D: "¡oh, dios, esto es un infierno!" (Homer cruzando la laguna Estigia).

    P.D.2: "It's toooo laaateee, my tiiiimeee is goooooneeee" (Denis DeYoung, of what was once, Styx)

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  2. Styx es una grqn banda. Si no escuchen sus doa mejores álbumes: Pieces of eight y The Grand Illusion. Allí encobtarán teclados de Catedral, como lo hizo Wakemann en Awaken. Este, defibitivamente no es el mejor de Styx ni mucho menos!!!! Salud para Tommy Shaw.

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  3. Pues esta chido el álbum y estuve en su concierto de 1981 en Arizona

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