Hace
tan solo unos días, este pasado sábado, Madrid tuvo la ocasión de presenciar
(si la memoria no me falla, por segunda vez este año) algo muy especial: El
Niño de la Hipoteca tocaba con su grupo (Los Ratones) en la Sala Caracol,
agotando de manera total y trambólica las entradas varios días antes. Como
detalle para los fans, el Niño (Wis para los amigos, en adelante), volvió a
tocar el domingo, esta vez en un acústico en solitario, para dar una
oportunidad a los que se quedaron fuera.
La
mala suerte hizo que desde Rockrítico no pudiéramos asistir a ninguno de los
dos conciertos, que por lo que sé fueron magníficos (lo último que oí del
primero es que al Niño y los Ratones les acompañaron en el escenario gentes tan
dispares como Loulogio o Rozalén), Wis nos trató maravillosamente, con cercanía
y lo majo que le caracteriza. Así que, ya que no podemos hacer crónica
(esperemos que a la próxima), qué menos que reseñar uno de sus magníficos
álbumes.
El
turno le ha tocado al primero por… casi al azar. No he querido coger el Gratis Hits (que como su nombre indica,
es gratis, y podéis encontrar en su web) que hizo con los Ratones porque en
general son versiones (no diremos mejores ni peores, porque no son una ni otra:
son distintas) de temas que ya había sacado anteriormente. Así que nada, el
primero, lanzado en 2009: Que te vaya
bien.
Aviso
antes de continuar la crítica: aunque analizo en el artículo las versiones de estudio, siempre que sea posible, la versión que os
enlazaré aquí de las canciones será la de la Operación Guitarra (¿Qué no sabéis qué es? Mal, muy mal), porque en acústico mola mucho, y porque suele acompañar a Wis
gente casi, y solo casi, tan genial como él.
“La más bella” es la canción que abre el disco, un tema que parece ser la típica
canción que canta las alabanzas de la musa, con ritmo pausado y mucha personalidad,
y con una letra genial; hacia la mitad, sin embargo, se acelera con el cambio
de mensaje: la belleza no lo es todo, y no quiero estar contigo. Que no, que no
me aportas ná.
El
siguiente tema, “Que te vaya bien”, no solo tiene un videoclip muy chachi, sino que también es uno de los más conocidos de este
jovenzuelo. A Wis le pasa lo que a Huecco o al Sabina: sobre el amor canta muy
bien, pero sobre el desamor o el mandar al cuerno a la otra persona y superar las
relaciones, canta mucho mejor. Y esta canción, que podría firmar La Pegatina
(que por algo la tocaron con él en la Operación Guitarra, y alguno de sus miembros se pasó por el concierto de Madrid), lo transmite con una
alegría entrañable.
La
fuerza instrumental (en guitarra y percusión, magnífica esta última) de “Luz batida”, que además está bien cantada (no identifico la segunda voz en la versión de estudio. ¡Os
invoco, fans del rock rumbero comollaméisesto!), no logran compensar el
problema de esta canción: está precedida por un temazo y sucedida por otro, que
hacen que pase más desapercibida. Y es que “África” es increíble, y entre las
cuerdas de acompañamiento, la parte coral, y el sentimiento de la voz de Wis
tocando un tema tan bellamente duro (que incluso se permite animosidad en la
instrumentación aquí) llegan al alma. Ni “We Are The World” ni leches, esto es
lo que vale la pena.
El
mismo positivismo de todo el disco impregna “No te irás jamás”, otra de esas
canciones de desamor con un punto un tanto rencoroso, y “Esta historia va al revés”, uno de los cortes más fascinantes del trabajo y más curiosos, en el
que, como su propio título indica, la historia de amor se nos plantea desde el
final hacia el principio, planteando esos peligros de dejarse y no mirar hacia
adelante. Y el último verso mola mogollón.
Se
enlazan luego dos temas definibles solo con una palabra: preciosos. “Lloran tus ojos tierra” tira de metáforas y sencillez para construir una balada magnífica
de amor y contrastes; “Efecto Bumerán”, por su parte, juega con la alegría y la
tristeza de los recuerdos. Es más, que la definan sus versos: “Esta noche no
veras anochecer, / por mucho que el ocaso se anticipe a las 6. / Abrázame fuerte,
un beso en la frente, / en tu bolsillo un billete de tren. / Ojalá, efecto
bumerán, / como el mar vuelve al mar…”.
Pasa
más desapercibida, sobre todo por el contraste, que no por falta de calidad, “A mi futura ex mujer”, que
tiene una letra un tanto inconexa, al tiempo que un estribillo que mola
bastante por como lo desgrana Wis. A primera vista parece que pasa lo mismo con
“Te pide perdón”, pero injustamente, porque, si bien la instrumentación no es
especial con respecto a lo demás (esto es, cumple y tiene aspectos
interesantes, como algunos punteos, pero tampoco es lo que más destaca), la letra es de
las mejores y más personales de todo el disco. Aderezada con pasajes
directamente hablados por Wis, el tema es probablemente el más personal de todo
el trabajo, y uno de los más tiernos.
Con
el final a la vista, “Te quiero” cambia de tercio para acelerar y animar la
cosa. La instrumentación es rápida y ágil; la letra, irónica y contradictoria,
llena de piropos (o ni siquiera) envenenados, es de las que mejor se le dan a
Wis, y el tema es así algo emblemático. El no sé, pero yo sí le quiero, por
cosas como esta. Y lo de “te quiero, como el imán ama el acero” me encandila
por completo. Ojo, por cierto, a la versión que hizo con Grison y Tuli y el
buen hacer de estos para deleitar con todo ruido imaginable.
Y
se acaba, como no podía ser de otra forma, con otra de las grandes canciones
del trabajo, “Y bailó una eternidad”, que vuelve a la vena más relajada y
melancólica, mientras toca, como ya lo hiciera “África”, otro de esos temas
duros y comprometidos. Poético y a la vez sencillo, llega, y de qué manera. “¿Y
cuándo la libertad dejará de ser un retal?”. Al final, por cierto, tras un
largo silencio, hay un breve epílogo instrumental oculto, que no me disgusta,
pero tampoco me parece tan buen broche al disco como lo era el final del tema.
El
disco, en el compendio general, es bueno. Muy bueno. No solo tiene un nivel medio
bastante alto (hay un par de temas menos destacables, pero ni siquiera esos son
flojos), sino que varias de las canciones rozan o alcanzan la excelencia. El
Niño de la Hipoteca toca bien, compone bien, canta… con mucha personalidad (sí,
vale, no es el mejor cantante del mundo, pero le echa ganas y tiene encanto y
sentimiento, cosa que me parece más importante, porque es lo que transmite), y
sobre todo, escribe de maravilla. Y este disco lo demuestra de principio a fin.
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
BONUS: esta versión de "La más bella" con Rozalén es la risión, no puedo dejar de compartirla.
---------------------------------------------------------------------------------
¿Tengo
que escuchar esto?: sí. Un trabajo magnífico de uno de los mejores cantautores
que haya dado la música en español de los últimos años.
Si
solo tuviera que escuchar una canción: joder, qué duro es esto… “Lloran tus
ojos tierra”, porque soy muy moñas yo, y por no elegir la más obvia. Que sería "Que te vaya bien", y ganaría si tuviera que elegir algo más animado.
¿Dónde
debería escuchar esto?: A mí me parece un disco genial para escuchar en la
playa. O para tocarlo. Por entero. Empiezas con el pachangueo con colegas en
los temas más animados, saltas a las baladas para lagrimear un rato… es
perfecto. Playa, guitarra, amigos, hoguera (controlada, no me seáis cafres) y
un buen puñado de cervezas. Hacedme caso, eh.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: pues de Wis, aparte de revisarte toda su Operación
Guitarra, puedes escucharte sus otros dos discos: Mi Novia de 2º B (que tiene mi tema favorito de este apuesto joven,
“Romeo y Julieta”), y Gratis Hits (ya
con Los Ratones).
No hay comentarios:
Publicar un comentario