30 Seconds To Mars – Love, Lust, Faith + Dreams (2013)

Para los que amamos la música, debe de haber pocas cosas más duras que ver cómo se viene abajo, cómo pierde calidad y originalidad, un grupo o un artista a quien admiramos. Si además ese o esos individuos se encuentran entre tus favoritos, la degeneración duele aún más. Y cuando la descubres en un disco que llevas más de dos años anticipando, ya ni te cuento…

Eso es exactamente lo que me pasa a mí con 30 Seconds To Mars y su cuarto álbum, este Love, Lust, Faith + Dreams que publicaron hace menos de una semana en todo el mundo (unos días antes en países como Alemania o Australia). Un álbum que se supone iba a romper con la dinámica creada por su predecesor, de la que ya hablé en aquella crítica triple y reportaje que hice al respecto del grupo hace varios meses, a pesar de los singles que ofrecían la impresión contraria y que han terminado por demostrar que esa ruptura era un sueño, al menos en parte. Pero no nos precipitemos.

El trabajo se abre con el corte “Birth”, que conjuga un poco los gustos del primer disco con los del tercer trabajo. Un ambiente muy siniestro, con Jared cantando en plan intimista y alargando las estrofas se une a baterías lentas y potentes, a la que se van uniendo sintetizadores e instrumentos orquestados, hasta aparecer los temidos y poco inesperados coros épicos. La canción va creciendo para dar paso a unas guitarras distorsionadas y una aceleración del ritmo, mientras todo se va recargando más. Una introducción de dos minutos que no está nada mal.

Con sonidos de acoplamiento electrónico llegamos a “Conquistador”, el segundo single del disco, que demuestra el principal problema que tiene el grupo actualmente: las letras. Asistimos a versos cortos, vacíos y absurdos, reiterando en las mismas ideas (si siguen así, contra poca gente van a poder alzarse y revolucionarse de aquí a un año, porque lo han cubierto todo) de hace cuatro años, y añadiendo al azar las palabras del título del disco de vez en cuando. Los coros otra vez son omnipresentes, y Jared canta con una voz ligeramente forzada, que le funcionará muy bien en directo, pero que en estudio queda sencillamente absurda. La música, eso sí, especialmente la guitarra y las baterías, es genial, con una contundencia tremenda y una gran composición. Y por cierto, la cierra una irritante voz de mujer diciendo “lust”, que ya había abierto el primer tema recitando “birth”.

Otra vez coros es lo que domina el primer single que vio la luz, “Up In the Air”, una canción con una tremenda promoción a sus espaldas (una copia física del single fue enviada a la Estación Espacial Internacional antes de ser lanzada en las radios). La letra está muchísimo más trabajada, con algunos versos un tanto extraños (“I wrap my hands so tight around your neck / with love, love, love…” es algo que me hace pensar que Jared tiene poco éxito con sus parejas sentimentales), una composición tan buena como la anterior (aunque me guste menos) y un videoclip bastante destacable. Tanto Jared (con varios cambios de registro) como el hermanísimo Shannon (con algunos pasajes de batería absolutamente geniales) hacen un gran trabajo (aunque reconozco que me ha llevado muchas escuchas llegar a apreciar de verdad este tema).

Mucho más lento que los anteriores es “City of Angels”, una balada dominada por baterías y piano que para mi gusto es lo mejor de todo el disco. Coros, grandiosidad y electrónica desaparecen para dejar el protagonismo a un Jared muy bueno a la voz (al nivel de cómo estaba en A Beautiful Lie, y eso es decir mucho) y a una letra de las mejores del trabajo. Es la canción más larga del disco (aunque apenas roza los cinco minutos) y para mi gusto la mejor, a pesar de que el final apeste por todos los lados al “One” de U2.

“The Race” fue el tercer y último single lanzado hasta el momento. El comienzo, con una sección de cuerdas que se une a un sintetizador machacón es, cuando menos, desconcertante. Los dos primeros versos más intimistas, parece que van a tirar por un camino que Jared abandona en seguida, cuando vuelven los grititos de superestrella y esa forma de cantar dejada, y los coros que nunca fallan. Si funciona, ¿para qué cambiar? En esa línea va todo el tema, que no ofrece absolutamente nada nuevo y diferente a lo que ya hemos visto antes innumerables veces. Salvo unas guitarras geniales que empiezan en el último tercio de la canción, a cargo del señor Tomo, y que son de lo mejor que encontramos aquí.

Un piano abre “End of all Days”, otra balada donde el liderazgo lo lleva Jared, apoyado por una instrumentación muy ligera y oscura, llegando en ocasiones a cantar casi a capella… Y cuando hay instrumentación lo hace con esas voces arrastradas que tan bien se le dan a algunos, en las que parece que estén gritando en voz baja. El tema debió ser escrito en un breve lapso de tiempo en que estos chicos decidieron cambiar un poco el estilo general del trabajo y se convirtieron en Linkin Park cuando versionan a Adele. O algo parecido.

Una orquesta que recuerda horrores en sus primeros compases a la melodía de “Lux Aeterna” (a Jared le debió afectar mucho protagonizar Réquiem por un sueño) abre para uno de los temas más épicos y grandiosos de todo el conjunto, el instrumental “Pyres of Varanasi”, donde se entremezclan principalmente las cuerdas y los sintetizadores, con algunos coros muy árabes, en un corte de tres minutos que supone uno de los puntos álgidos y más entretenidos del disco. El épico final se cierra con la vuelta de la voz femenina, que ahora reza “faith”. Ya falta menos.

Y otra vez unos coros inauguran “Bright Lights”, aunque esta vez su poca virilidad me recuerda a One Direction, Usher, Jason Mraz, o cualquiera de ellos. Como todos son iguales para mí, me da un poco igual. Por ese mismo motivo, me da igual otra balada en la que por mucho que se usen versos como “Brutal, laughing, fighting, fucking: / the price I had to pay”, nos hallamos ante la composición y la letra más ñoñas de este universo. Que los diabéticos se alejen de ella. Por cierto, como no, aquí no solo recurre Jared a coros insufribles, sino también a grititos llena-estadios, y a sus “wow-wohooo” patentados. Es abrumadora la falta de recursos de este trabajo…

Algo en “Do or Die” me recuerda a lo que podíamos encontrar en el último disco de The Killers, de forma muy descarada, aunque no sé el qué. Podría ser el conjunto en general, aunque más probablemente sean imaginaciones mías. El caso es que no es mal tema, aunque el hecho de que se abra con una frase en japonés que no me interesa en absoluto (cuando siempre indago en esas cosas), dice poco a su favor… La letra no es mala, las guitarras están bien y Shannon vuelve a destacar a la batería, e incluso se logra paliar la presencia de los insufribles coros con una electrónica bastante bien llevada. El registro de Jared tampoco es malo, por otra parte.

En “Convergence” vuelve la instrumentación minimalista que, la verdad, solo consigue crear dos minutos de sopor e indiferencia. Fracaso total. Aunque parece ser que en ciertas versiones han plantado el "Gangnam Style" a modo de reírse un rato con los fans... Si es cierto, sería un puntazo, sin duda (por cierto, la que os enlazo aquí está acelerada, no hay forma de encontrar la versión normal en YouTube).

“Northern Lights” retoma esa estética, aunque la voz de Jared intenta hacerlo más entretenido… y en cierto modo lo consigue. El tono desgarrado es acorde con una canción que va creciendo y que recuerda a algún tema del primer disco, o a los más oscuros del trabajo anterior, en una composición bastante cuidada, con una percusión muy marcada en una instrumentación bastante austera. Lenta, pero intensa, y con algunos versos (“I am alive, just playing dead, / I'm going to say what should have never been said. / The giants of the world, crashing down, / the end is near, I hear the trumpets sound”) bastante buenos. De lo mejor de esta última mitad del disco.

Se cierra todo este propósito-despropósito con “Depuis Le Début”, que nos trae una nueva dosis de Linkin Adele Park, por si la primera no nos había dejado satisfechos, en la primera parte de la canción, tremendamente aburrida. La segunda mitad es instrumental y muy digna de una banda sonora de Hans Zimmer (cerrada con una caja de música en la que suena la melodía de El lago de los cisnes, como bien indica Quixote, que para estas cosas tiene mejor oído que yo, que estoy abobado).

Y así, llegamos al final del trabajo. Un disco que quizás tenga algunas buenas ideas, pero que se pierden en el camino, entre la falta de ambición, de originalidad y de letras mínimamente trabajadas. Un disco que supone una continuación de los peores aspectos del anterior y que, aunque aprueba como conjunto (por el cariño sentimental, quizás), es sin duda lo peor que hayan compuesto estos chicos en toda su vida. El tema que presentaron hace año y medio en el VyRT, “Witness”, superaba con creces cualquier cosa que encontremos aquí.

Si sois verdaderos fans del grupo, os duele esta crítica y no estáis de acuerdo, y pensáis insultarme por ello… No olvidéis que estos chicos siguen siendo uno de mis cinco grupos preferidos ever, que siempre he defendido lo que han hecho, y que Jared es una de las cuatro personas a las que más admiro en el universo (siendo las otras tres amigos/as muy cercanos/as). Así que imaginad lo que me ha dolido cada aspecto negativo que he destacado.

Allez-y, mes ami!

Buenas noches, y buena suerte.

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LO MEJOR: “Up In the Air”, “Conquistador”, “Do or Die”, “Northern Lights”, “Pyres of Varanasi” y “City of Angels”.

LO PEOR: “End of all Days”, “Bright Lights” o “Convergence”. La falta de ideas y la repetitividad de todo el disco.

VALORACIÓN: 6,5/10. Flojo, muy flojo. Hay cosas buenas, pero desaprovechadas, y el resultado final desmerece mucho la calidad del grupo.

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