Decía
hace unos días con la reseña de Rafa Pons que una de las cosas más bonitas de
ser melómano es descubrir/que te descubran nuevos artistas. De ser crítico hay
otra cosa incluso más bella: ser tú quien ayude a dar a conocer a bandas más
desconocidas o emergentes.
Entre
este trabajo como crítico y que me muevo en ambientes muy musicales,
constantemente tengo amigos o conocidos tocando en bandas, y me llegan avisos
de concursos y batallas de bandas y similares. En contadas ocasiones (por falta
de tiempo, por mi mala suerte con conciertos, y porque soy un poco bastante
vago), voy a ellos. Y eso fue lo que pasó este pasado sábado, cuando
Independance U18 (la versión para menores del famoso club) reunió en la Sala
Charada a cuatro bandas en una batalla por el rock: Bleeding Sweet, Riff Valley,
Gingers y Neutral Rust.
De
toda la gente allí arrejuntá en amor, sudor y rock, para mí hubo cuatro nombres
que brillaron con luz propia: Sandra, Angie, Ali y Andrea. O, como se definen
en su página: la del aparato fonador humano, la del cordófono de seis cuerdas,
la del cordófono de cuatro cuerdas, y la del conjunto de tambores. Las Gingers.
Las verdaderas protagonistas de la tarde.