La
verdad es que no tenía pensado que esta fuera mi próxima crítica, pero estaba el
otro día yo feliz, sonó en la radio “Going Under”, recordé que tenía esta
petición pendiente desde diciembre y, por una vez, me he decidido a cumplir con
mis compromisos con una demora menor de cuatro años.
Me
voy a ahorrar un poco todas las presentaciones y demás, porque cada día las veo
más superfluas, sobre todo con este tipo de grupos. Evanescence es uno de los
abanderados más reconocidos de toda esa corriente a caballo entre el metal alternativo-gótico y el nü metal que triunfó a finales de los 90 y principios
del nuevo milenio. Y Fallen, su
primer álbum de estudio (tras varios EPs) es sin duda su sello de identidad, al
tiempo el disco que les consolidó y les lanzó al estrellato, y que hasta ahora
sigue siendo su mayor éxito de ventas y crítica (11º disco más vendido de la
década de los 2000, y esas cosas).
Se
abre con contundencia y de manera paradigmática de lo que ofrecerá con,
precisamente, “Going Under”. El grupo está en este disco en su punto álgido a
nivel compositivo e interpretativo, con la triada de oro: Amy Lee, Ben Moody y
David Hodges (Moody se largaría durante la gira por “diferencias creativas”, y
Hodges lo haría incluso antes, al terminar de grabar el disco, porque no le
dejaron llevar el grupo a un terreno de rock-metal cristiano, al parecer). La
tónica, como digo, es bastante antológica: una gran fuerza vocal de Amy Lee,
tanto siendo voz principal como en sus aportaciones a los coros, y rodeada por
guitarras distorsionadas pero con una producción muy limpia. Y mientras hay
algún que otro efecto y jugueteo con lo electrónico (muy ligero), la letra se
debate entre el dolor de la relación y la fuerza para seguir adelante.
“Bring Me To Life” no necesita ni presentación, pues es, básicamente, la canción de
Evanescence que todo el mundo conoce. Fue banda sonora en Daredevil, algo que irónicamente supuso el momento de inflexión del
grupo, y una anécdota relativa a Linkin Park (se invitó a Mike Shinoda, que
grababa Meteora en aquellos momentos
en un estudio cercano, a colaborar aquí, aunque finalmente fue Paul McCoy quien
lo hizo) ha llevado a que incluso hoy mucha gente atribuya falsamente a estos
la colaboración. Son míticas las guitarras y teclados que cierran cada grupo de
estrofas, y esa alternancia de voces mientras Amy grita que, básicamente,
quiere que el otro le ayude a darle sentido a su vida.
La
presencia de Hodges se hace notar en “Everybody’s Fool”, donde teclados y coros
genéricos tienen bastante más fuerza; la letra es bastante irónica y en algún
punto me recuerda al “Complicated” de Lavigne tan popular en esta época, con
ese aparentar lo que no se es al tiempo que alguien dice “eh, yo sé quién eres,
chaval”.
Si
“Bring Me To Life” era el himno por excelencia del grupo, “My Immortal” es, sin
duda, la más versionada. Y desde cualquier punto de vista, es mejor. La voz de
Amy Lee se ve acompañada exclusivamente por un piano y cuerdas detrás en un
tema romántico de entrega y dolor de ese fuertote. Es un tema muy cercano y
que, a pesar de que sería fácil que cayera en ello, no peca de sensiblero, sino
que se queda en el punto justo entre belleza y tocar la patata de la gente. Hay
al final del disco en algunas ediciones una versión más instrumentada que fue la que se usó en el videoclip y, la
verdad, no me parece a la altura, porque meter la tralla guitarrera al final no hace más que quitarle intimismo al tema.
Los
dos temas siguientes, “Haunted” y “Tourniquet” son un golpe de efecto con mucha
contundencia tras el parón relajado de la pista anterior. “Haunted” es más
lenta, sobre todo con ese inicio sobrio e inquietante, y se centra en crear una
atmósfera tan pesada y agobiante como su letra; puntos extra, por cierto, para
el solo de guitarra, de entre lo mejor del trabajo. “Tourniquet”, por su parte,
va dejando de lado esa lentitud pesada (que no la contundencia, que mantiene) en
favor de un ritmo más rápido y un estribillo más recordable. El conjunto es uno
de los puntos fuertes del disco, y la letra, lo más romántico (en el sentido
decimonónico desesperado y suicida) que se pueda encontrar.
Un
poco en la misma línea va “Imaginary”, otro de mis temas favoritos, donde lo
primero que impacta son las cuerdas y el piano que acompañan a la canción. Algo
en ella me recuerda a los Nightwish que años más tarde sacarían un disco de
título similar (siendo esto de corte mucho más clásico), y el trabajo vocal de
Amy es bastante destacable.
“Taking Over Me”, sin alcanzar la misma calidad, se asemeja bastante a las dos apuestas
anteriores. Más instrumentada y agónica, la letra vuelve a retomar la temática
del dolor y el amor, mientras el piano cobra algo más de fuerza. Es una pausa
antes de llegar a “Hello”, otro de los grandes recordados de Evanescence y la
segunda balada tras “My Immortal”. De hecho, la estructura es básicamente la
misma, con Amy Lee cantando de manera muy intimista (muy Tori Amos) acompañada
solo por un piano (aunque se orquesta ligeramente tras la segunda estrofa). La
letra es un tanto críptica, pero lo que se entiende no invita demasiado al
ánimo. El momento de “Don't try to fix me, I'm not broken, / Hello, I am the lie
living for you so you can hide”, y la estrofa siguiente, son una gozada.
La
agonía de “My Last Breath” se adivina desde su mismo título. Amy, moribunda, se
lamenta de lo que va a dejar atrás mientras intenta consolar a los que tiene
cerca… o tal vez no es ella, pues el juego entre primera y segunda persona
resulta muy curioso. La construcción es muy similar a la de los primeros temas
del trabajo, como lo es en “Whisper”, la canción que cierra, siendo también
bastante antológica: orquestación detrás, coros, guitarras distorsionadas con
mucha fuerza, solos, una letra que habla de miedo y dolor (y amor, claro)…
Tiene hasta voces operísticas y un coro que cierra el tema cantando en latín.
Para que luego os quejéis.
Algunas
ediciones del trabajo llevaron pistas añadidas. Ya he hablado de la versión con
el grupo al completo de “My Immortal”, pero también estuvieron a veces
incluidas “Farther Away” o “Missing”, que luego se utilizarían en EPs o álbumes
posteriores.
En
general, resulta un disco muy bien construido, muy recordable, y contundente a
la par que fácil de escuchar. Básico para el género (sea el que fuere) y
merecidamente exitoso. Y, sin dudarlo, el trabajo que define a la banda en su
mejor momento (que ya, con Amy Lee como la única integrante original, les queda
un tanto lejos).
Allez-y,
mes ami!
Buenos
días, y buena suerte.
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¿Tengo que escuchar
esto?: el nü
metal-metal gótico es un género muy denostado, pero si no tienes muchos
prejuicios, es una escucha bastante recomendada.
Si solo tuviera que
escuchar una canción:
“My Immortal”. Aunque sea la más baladera y la que menos define el estilo del
grupo en general, me sigue pareciendo el mejor tema. Si tengo que recomendar
algo más definitorio quizás me decantaría por “Tourniquet”.
¿Dónde debería
escuchar esto?: en
una azotea en la Cocina del Infierno, besando a Elektra bajo la lluvia, o algo
así.
Me ha gustado, ¿dónde
hay más?: de los
propios Evanescence tienes el Origin
(un álbum “demo” anterior a este, donde están varias de las canciones que se
regrabarían aquí), o el más reciente, homónimo. También puedes echarle un ojo a
la carrera en solitario de Amy Lee, y luego te recomendaría ya irte al metal
nórdico de grupos como Nightwish o Epica, que tienen mucho en común (siendo más
heavys, claro) con los estadounidenses.
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