Una
de las cosas más bellas de ser melómano –y de rebote, de ser crítico- para mí
siempre ha sido el descubrir, o que te descubran, a artistas que puedan
enamorarte en un instante. Especialmente cuando, como me pasa a menudo, son
artistas que durante un tiempo te han insistido en que escuches, que te han
pasado desapercibidos y que, de pronto, sin ton ni son, aparecen ante tus oídos
de sopetón y… ¡voilá! Algo más que adorar.
Esa
moñería preciosista viene, básicamente, a que eso fue lo que me pasó con Rafa Pons.
Me lo recomendaron. Me insistieron (especialmente Javi, esta crítica pa’ ti) en
que lo escuchara. Escuché “Buenos Aires”. Me gustó, y bastante, pero ahí quedó
la cosa, no indagué mucho más. La escuché varias veces más y de pronto, en uno de nuestros streaming
que la puse, pensé “a ver qué tal está el disco que acaba de sacar este señor”.
Esperaba encontrar algo en la misma línea que ese tema ya conocido, y resultó que no lo era
en absoluto. Y yo que me alegro.
El
rollo del disco tiene un sabor único y particular. Me recuerda, de hecho, a
algún cantautor que no consigo ubicar, así que lo dejaré en el aire. Por lo
pronto, a la mente me venía al oírlo a El Niño de la Hipoteca (no me extrañó que a) el disco lo sacara con el mismo sello que Wis; y b) darme cuenta de que
ya conocía a Rafa de antes, de cuando versionó con Wis la fantástica “El último pedazo del pastel” que era suya), pero siempre con su personalidad marcada y
reconocible.
Desde
“Libertad” se ve. El tema es, básicamente, alegría y despreocupación, y nos
habla de una pareja que, básicamente, vive como le da la gana, y a la que le da
igual el qué dirán. El estribillo es claro: “Hay quién busca la pasión en la
aventura, / otros quieren el confort de la ternura. / ¿Qué más da? No habrá
fuerza que derribe / a aquel que vive en libertad”. La historia de amor es
preciosa (como esos versos de “el azar los puso cerca y la llama se prendió: /
una llama que no quema pero da calor”). El mensaje es bonito, y esa mezcla
entre rock suave y recursos de cantautor, bella. O viceversa. Tanto da.
En
“Las Demás” se reafirma esa capacidad para hablar de amores sencillos y
realistas, que tocan de cerca al escuchante sin ser moñas. La construcción de
la parte instrumental resulta bastante interesante en lo coincidente con los
versos más mejores de la canción y, quizás, del disco: “Mi problema no es
contigo, / mi problema es con las demás, / que me tientan y no decido / a quién
voy a engañar: / si engañarte a ti o engañarme a mí, / o mandar todo a la
mierda un día y ser feliz.”.
El
desamor (porque desamores tiene que haber siempre) es lo que triunfa en “Bobo”.
Algo de decepción, mucho alcohol, y al cabo aceptación y ganas de tirar para
adelante (la música no abandona el ritmo y la rapidez en ningún momento). Más
tranquila es “Amores Binarios” donde esta vez, y a pesar de una ligera
reminiscencia al Sabina más inocentón, el giro se basa en un par de metáforas
un tanto geek que hacen que esto resulte delicioso.
“En Ti” es una colección de imágenes de esas con las que cualquier artista parece
desnudarse a sí mismo, esté mintiendo o no. Y trata de algo con lo que creo
todos alguna vez nos habremos sentido identificados, porque eso de dejar vagar
los pensamientos sobre cosas incoherentes mientras asentimos con la cabeza es
con-natural al ser humano. Y al poeta despistado más. Por cierto, eso de que
Tarantino dirija Pocoyó ya lo propuso y simuló uno de los seguidores de este
blog tiempo ha.
Llegamos
a “Estupenda”, que toca ese noble asunto de la fiesta como olvido ensalzada por Ovidio, Hemingway,
DJ Marta o Fidel Castillo. La música es fabulosa, muy en la línea de ese
pop-rock-rumba-indie-comodemontreslollamen tan dicharachero muy puesto de moda
que da ganas de bailar. Y el mensaje que invita a la parti-jar nunca está de
más. Si es cierto que hay un par de versos que no me gustan en su planteamiento
de la cosa, pero como mi queja es ajena a su innegable calidad artística, no lo
tendré en cuenta.
También
hay, de hecho, un verso que me produce el mismo rechazo en “La fiesta en paz”,
pero imagino que son mis paranoias desde que soy tan poeta activista petardo,
porque en general la canción, en un tono nuevamente más relajado, toca un
desamor bastante gonito. Sí es verdad que la canción, en esta ocasión, opino
que se queda en correcta, y que pasa un poco desapercibida en el cómputo
general.
Para
desviarse un poco del amor presente en la mayoría de canciones hasta ahora, sea
en primer o último plano, “Amigo” va… pues de lo que va. De esos tipos con los
que te comes los bares, las noches, y la vida, a dentelladas sin miedo. Y que
luego están ahí cuando los necesitas. Y Rafa aprovecha, además, para dar la
patada a unos cuantos (al que “me juzgue cuando me derrumbe”, al que “me calle
si quiero gritar”, a los oportunistas “que solo están cuando estoy bien”…) que
se la merecen mucho.
Como
en el amor no todo es felicidad, pues “Te piso la nuca” va bien para esas lides
de peleas de pareja. Aunque es, la verdad, una canción que me pasa un poco
desapercibida entre la anterior y la llegada de “Diles”, que es quizás el tema
más duro y más de actualidad del disco. Rafa te hace pensar que eres ese hombre
en paro que llegó a plantearse el suicidio (ese momento es estremecedor) pero que no deja de luchar en ningún
momento. El estilo es quizás un tanto M-Clan (quizás a ellos y su blues rock me
recordaba un poco antes), y la construcción es fantabulosa. Uno de los platos
más fuertes, sin duda (aunque el momento coral no veo que aporte demasiado).
Risas
hacen falta, y para reírnos un poco tenemos “Follón Kilombo”, que historia, lo
que se dice historia, no tiene mucha: es, básicamente, una odisea muy
influenciada por esa Argentina cuyo peso se nota en este disco (y más se
notará), que repasa las diferencias terminológicas entre el español peninsular
y el del otro lado del Atlántico. Como manual para turistas no tiene precio.
“El no que ya tenía” es, la verdad, pelín moñas. Lenta, instrumentación de cuerdas
y percusión suave y en un rollo de amor baladero que funciona, pero no destaca.
Por el contrario, “Estrella del shock” se puede resumir por sí misma: “Pero si
tú me juzgas sólo por mis letras,/ yo, cariño, hago lo mismo sólo con tus tetas”.
Y ahí queda dicho. Sexo sin amor, músicos sin fans y la vida con algo de pianos
y palmas de fondo. Y, aquí sí, guiño (intencional o no), muy claro al Sabina.
Y
se cierra, como no podía ser de otra forma, con aquello que me abrió la veda a esta caza: “Buenos Aires”, una balada fantástica (lo primero que me enamoró de Rafa) dedicada a la
capital argentina. La estructura no difiere mucho de lo que suelen ser temas de
este corte, tirando mucho de metáforas, símiles e imágenes claras, pero su
encanto es único. Y bastante indescriptible, así que mejor que cada cual lo
descubra por sí solo.
Y
hasta aquí la cosa.
Allez-y,
mes ami!
Buenas noches, y buena suerte.
P.D: me quedo con la duda de si lo de la portada son mechas o canas. Tendré que preguntarle algún día.
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¿Tengo que escuchar
esto?: opino fuertemente que
sí, sí.
Si solo tuviera que
escuchar una canción:
lo obvio sería “Buenos Aires”, que además es muestra gratuita del trabajo y
eso, pero yo me quedo con “Diles”.
¿Dónde debería
escuchar esto?: entre
Barcelona y Buenos Aires, sin duda alguna, hombre ya.
Me ha gustado, ¿dónde
hay más?: ya digo
que Rafa tiene un sabor propio y único. Pero entre las ciertas reminiscencias
que me surgían en la escucha, le veo puntos en común con El Niño de la
Hipoteca, Jose Negrete, a ratos el mismo Sabina, y un algo raro como a M-Clan.
bravo
ResponderEliminar¡Gracias! :)
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