JORGE: Una semana más hemos salido de nuestro agujero para no perder el alma. Una semana llena de cosas que hacer, creo, o tal vez no, pero que en cualquier caso viene intensa, visceral, noventera y, para qué engañarnos, oscura y deprimente. Y es que no podría ser de otra manera cuando os traemos el disco más archiconocido de una de las bandas más emblemáticas de los 90, que Álvaro y yo estábamos convencidos de haberos reseñado ya tiempo ha: esto es Dirt, de Alice in Chains, y nosotros somos los Rockrítico, o algo.
ÁLVARO: Sí, estoy de acuerdo. Con todo. Este Dirt es una de las grandes obras del grunge, aunque Alice in Chains es quizá la banda de los Big 4 (Soundgarden, Pearl Jam, Nirvana y ellos) que menos concuerda con ese género. Con un pasado en el glam y el metal, se les metió un poco en el saco para aprovechar el impulso que habían dado al grunge Ten y Nevermind. Al año siguiente de esos dos clásicos salió Dirt, que sin duda no tiene nada que envidiarles. Son cincuenta minutos pesados y dolorosos, pero que merecen la pena. La voz de Layne Staley, el increíble trabajo de guitarras de Jerry Cantrell, y esas letras que sí, son la agonía pura. Agonía causada por el jaco.
ÁLVARO: Sí, estoy de acuerdo. Con todo. Este Dirt es una de las grandes obras del grunge, aunque Alice in Chains es quizá la banda de los Big 4 (Soundgarden, Pearl Jam, Nirvana y ellos) que menos concuerda con ese género. Con un pasado en el glam y el metal, se les metió un poco en el saco para aprovechar el impulso que habían dado al grunge Ten y Nevermind. Al año siguiente de esos dos clásicos salió Dirt, que sin duda no tiene nada que envidiarles. Son cincuenta minutos pesados y dolorosos, pero que merecen la pena. La voz de Layne Staley, el increíble trabajo de guitarras de Jerry Cantrell, y esas letras que sí, son la agonía pura. Agonía causada por el jaco.