Sé
que todos nos lo pasamos mejor con mis críticas irónicas, jocosas, que se
burlan de mi escaso conocimiento musical y que dan rienda suelta a mi locura,
pero hoy no es un día de esos. Podéis pasaros por Levantar la tapa para ello, y
ya tal.
El
disco debut en solitario de Nacho, que está entre los más valorados de su
carrera (junto con los dos siguientes, el para mí insoportable Cajas de música difíciles de parar, y el
para mí magistral Desaparezca aquí)
le abrió de inmediato las puertas del panorama musical de los cantautores
españoles. Como es el tercero ya suyo que os traigo, me limitaré a reseñar que
la Rolling Stone lo puso en el puesto 43º en su lista de mejores discos de rock
en español. También es verdad que en esa lista están Alejandro Sanz o Estopa.
No diré nada, señoría.
“Actos inexplicables” es el tema homónimo e instrumental que abre el trabajo, así como
algunos conciertos del asturiano (como aquel magnífico directo con Bunbury en el Liceu de Barcelona en la gira para presentar El tiempo de las cerezas). La simpleza es abrumadora: una melódica
(que yo creía identificar como un acordeón o similar, pero que resulta que es
esta cosa. Sí, pongo ese vídeo porque me hace gracia) acompañada por golpes de
una guitarra con considerable reverb, que se repiten un poco excesivamente
durante cuatro minutos.
¿Recordáis “20 de abril” de Celtas Cortos? Pues supongo que “Al norte del norte” no
os resultará demasiado ajena. La estructura es la misma: el protagonista
escribe una carta a un fantasma del pasado con quien ya no comparte su vida. La
historia, más triste: aquí el fantasma del pasado era la pareja, su ausencia
sigue doliendo, y Nacho pide perdón sin ocultar su dolor. El disco abunda en
este sufrimiento, y ya se nos avisa: “vivo al norte del norte, / hace frío en
mi país, / lejos de todo, lejos de ti”.
“Seronda”
es… extraña. Uno de los temas más destacables del disco, centra toda la
melancolía y tristeza en una letra que deja un amargo poso de inevitabilidad,
merced a la repetición (“todo está dentro de mí / y ya no puedo escapar”) y la
estructura fundada en paralelismos constantes. Se cierra, de hecho, con una
rima en infinitivos que crea un bucle que parece interminable, y que se apoya
en la parte instrumental que da mucha fuerza a la batería y las cuerdas… y que
tiene un theremin de lo más sugerente y precioso. “Y las noches sin sentir, y
las noches sin soñar…”
Si
antes un tema me recordaba a “20 de abril”, ahora “El ángel Simón” también me
trae reminiscencias de un grupo de toques celtas: esta vez, de Mägo de Oz y su “Réquiem”.
Nacho canta a un tal Simón (no sé por qué siempre he pensado en una mujer,
aunque el nombre sea masculino), a quien no parece echar precisamente mucho de
menos. Vuelve la melódica, construyendo un ambiente muy veneciano, por algún
motivo, mientras el agotamiento lo rodea todo.
La
primera y única versión del trabajo llega con “Que te vaya bien, Miss Carrusel”,
un fantástico cover del “Fare Thee Well, Miss Carousel” de Van Zandt, al que
Nacho pone letra en español. La instrumentación es aquí algo más recargada (de
ahí que me gusten más las versiones acústicas, más fieles a la original), y la
letra, aunque cargada de metáforas, más accesible que la original… y en cierta
manera más alegre. No está de más, por una vez, sonreír escuchando el disco, y
ese “Y te prometo que si te vuelvo a ver / tan hundida trataré de hacer / lo
imposible por ponerte una sonrisa”. Tranquilos, no durará.
De
hecho, “El camino” encabezaría muchos rankings de canciones deprimentes, al
menos para quien firma estas líneas. Es, quizás, la canción que mejor define a
Nacho Vegas en todo el disco, con lo que sorprende que sea tan relativamente
poco conocida entre el público (yo no la había escuchado hasta que me compré
este trabajo). Con ciertas reminiscencias a otro tema del que he hablado mucho
(“Ocho y medio”), una guitarra crea una melodía bastante ágil, con ciertos
acordes distorsionados, mientras Nacho habla de un camino que tiene que
recorrer de manera inexorable, y donde cada encuentro con personajes tipo (el
predicador, el doctor, el viejo que da cobijo…) le arrastra un poco más por el
fango. Y, al cabo, solo sabemos que el cantautor descansa, sin poder deshacerse
de su lastre (“todos mis pecados / viajarán conmigo / hasta el más puro final /
del camino”), mientras espera el alba que nunca llega.
Encadenando temas con tanta fuerza, llega el
turno para alguno de los menos destacables que presenta el disco. “Sitios distintos” es otra canción de perdón, aunque más cargada de imágenes que no
parecen venir a cuento, y con una instrumentación que parece hacerse monótona.
Algo parecido pasa con “El callejón”, cuya guitarra recuerda a la de “El camino”,
y cuyo tema al de “Al norte del norte”, pero con un final menos desesperanzado
y una instrumentación con vientos (trompa y didjeridú. Sí, en serio) que le dan un punto
personal.
Con
“Blanca” casi cerramos el disco. Según un amplio consenso (bastante plausible, aunque
no confirmado por el propio Nacho, que yo sepa), el aparente tema de desamor
sobre una mujer que le traicionó trata en realidad sobre la cocaína. Como
fuere, el desgarro y la desesperación que transmite dejan al oyente partido en
dos, mientras la voz grita esa advertencia, ese “no olvides que / al despertar
/ siempre hay cuchillos en el cajón”, esa desconfianza de todo. Mi única pega,
lo único que hace que no sea mi tema favorito del trabajo, es que en directo
(especialmente en el ya mencionado con Bunbury) me atrapa muchísimo más la
interpretación, que veo mejorable en la versión de estudio.
Y
acaba la obra con “Molinos y gigantes”. No me gusta demasiado, ni per se, ni
para cerrar: la instrumentación rápida y terriblemente barroca no encaja
demasiado con el espíritu del trabajo, los ecos en la voz se hacen pesados y… y
la verdad es que la letra deja bastante frío, aparte de la sugerente vuelta de
tuerca con el imaginario cervantino. Tampoco el último minuto y medio, con el
cambio brusco hacia la tranquilidad, me convence en absoluto.
Y
fin.
Por
derecho propio, uno de los grandes discos del asturiano, bastante distinto a
los que nos acostumbra en años recientes. Y sin duda, uno de los más oscuros e
íntimos.
Ya
pronto volveré con más risas, no seáis quejicas y aguantadme un poco de
depresión.
Allez-y,
mes ami!
Buenas
noches, y buena suerte.
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¿Tengo que escuchar
esto?: si te
interesa aunque sea un mínimo el género cantautor en español, sí, es obligada
escucha.
Si solo tuviera que
escuchar una canción:
“El camino”. No es mi favorita, pero merece ser destacada por lo desconocida
que es. Las otras las reseñé ya en su día en un top de temas de Nacho.
¿Dónde debería
escuchar esto?: Gijón
siempre acoge, sobre todo si vas al norte del norte.
Me ha gustado, ¿dónde
hay más?: De Nacho
reseñé ya “La zona sucia”, y “El manifiesto desastre”. Si buscas a otros
artistas, te recomiendo pasarte por esas dos reseñas primero y ver las
sugerencias.
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