miércoles, 4 de octubre de 2023

SoundClash: el Podcast: el Artículo: Pentatonix vs. Junkie XL

El camino de SoundClash a veces nos lleva por rutas de lo más insospechadas, y hoy por primera vez ninguna de las dos propuestas huele a rock lo más mínimo. Por una parte, tenemos un quinteto adorable que ha sacado las versiones a cappella de un poco de donde jamás debieron salir, Pentatonix; y por el otro a un camaleón de la electrónica, que lo mismo te lleva a la pista de baile que a una persecución por un desierto post-apocalíptico, el DJ Tom Holkenborg, conocido, según de bien visto esté bromear sobre la drogadicción en ese momento, como JXL o Junkie XL.

Aquí es cuando normalmente sería honesto y desvelaría, con educación, mis parcialidades, y va a ser más o menos así, salvo por lo de ser educado: JXL ni fu ni fa, para qué mentir, pero es que Pentatonix me parece el Zyklon-B de la música, y que si hay que recortar en becas, o subir los impuestos por encima del límite de lo aceptable, empezaría por los fanáticos de este colectivo insoportable, de este detritus del mundo post-Glee que pervierte los ideales del arte para convertirlo en un bien inocuo, en una vacuna contra el inconformismo, en una mierda, vamos. Todo lo que no sea un barrido sin parangón para el gurú neerlandés será un harakiri moral. ¡La emoción está servida!

RONDA 1: Canción top 10 al azar: "Daft Punk" vs. "Come Together (feat. Gary Clark Jr.)"

En 2014 Daft Punk eran los artistas más famosos del planeta, justo después de ese imparable Random Access Memories que se ocupó de disipar cualquier remanente de estigma que algún soplagaitas todavía asociara a la música disco. Pero Pentatonix se quedó en lo de "famosos", y con su fórmula infalible del popurrí que ya perfeccionara Furor, por ejemplo, se lanzó a versionar algunos de los grandes clásicos del dúo francés de los cascos: "Get Lucky", "Technologic", ni siquiera "Digital Love" se libra de la desfachatez. Hasta qué punto una cosa es de verdad "vocal" cuando hay una infinitud de efectos recubriéndolo todo y la producción es indiscutiblemente dance es igual rebuscar demasiado cosas negativas, cuando éstas se encuentran tan patentes. Hay cierta originalidad en la disposición, incluso algo de sentido compositivo al enganchar los fragmentos con más o menos gracia, pero dado que el material es el que es, fabuloso, no puedo adjudicar apenas mérito a los Pentatonix. En ningún momento me aportan nada que no hagan las canciones base, prescinden de lo realmente interesante de su estilo coral al revestirlo de artificio, y se reducen, sin remedio, a un gimmick, una curiosidad a la que puedes dedicar unos minutos de tu tiempo antes de empezar a convertirte en un maniquí.

Pero ojo, porque JXL insiste en plantar cara. Aquí la aportación principal, eso sí, la hace el intérprete de blues Gary Clark Jr.: por qué los productores de Justice League optaron por la mezcolanza esta, no lo sé, pero al final no tiene nada bueno de ninguno de los dos mundos. Clark, que tiene reputación como uno de los pocos adalides que quedan de su venerable género, aprieta las tuercas de su guitarra casi como si pensara que del éxito de la cinta de DC dependiera su futuro, lanza solos como truenos que acaparan todo el protagonismo con respecto a la contribución de Holkenborg, que consiste en alguna batería hipercomprimida y en saturar toda distorsión más allá de cualquier límite. El resultado no es muy allá, siempre me causan un poco de rechazo las covers sobreproducidas y aquí la de los Beatles no sale particularmente bien parada: es todo una orgía de licks y voces rasgadas y Batman y Superman, otra víctima más de la moda de enturbiar tótems del rock para uso corporativo... pero la combinación me parece en primera instancia tan bizarra, que no puedo más que encogerme de hombros y dedicarle un generoso "pues OK".

Por suerte, la indiferencia suele vencer a la diarrea en uno de cada cien casos, y es así como se adelanta Junkie XL. A veces basta con no liarla mucho.

PENTATONIX 0 - 1 JUNKIE XL


RONDA 2: Nombre del artista

¿Cómo evaluar un nombre? Es a menudo complicado, pero como marcador principal, busco habitualmente que sea capaz de trasmitirme, aunque sea mínimamente, de qué va el artista que lo tiene. Aquí, Pentatonix, mal que me pese, aprueba con nota. El juego de palabras va justito, es verdad, es quizá de parvulitos de solfeo: somos cinco, y entonamos, más o menos. Aunque han hecho algún cambio de formación, han mantenido el formato de quinteto, y por lo tanto conseguido que su denominación no haya quedado obsoleta. Sin embargo, sigue habiendo algo que me escama, y es esa X final: Pentatonics hubiera sido un nombre igual de válido, y quizá incluso mejor, como retrotrayéndonos a esa época dorada de los grupos vocales y el doo-wop, una en la que las armonías nos transportaban a reinos mágicos, y no al club de teatro de la facultad de Magisterio. Pero no le vamos a pedir peras al olmo, que ya bastante tienen con no haberse puesto de nombre la inicial de cada uno, o algo así.

Holkenborg tiene muchos nombres, como el miembro viril: el que le puso su madre tiene la fuerza del Ajax de Cruyff, y es el que usa en los proyectos serios, como las bandas sonoras. Junkie XL tiene algo de desenfreno, uno del que a menudo reniega por rozar lo ofensivo en según qué contextos: para el remix de Elvis que le dio la fama (y del que hablaré más en un poquito), prefirió quedarse como JXL, porque poner lo de yonki al lado del sobredopado rey del rock and roll se pasaba ligeramente de mal gusto. Por último, para un disco bastante olvidado de los albores de su carrera, se hizo llamar "A Forest Called Mulu", adoptando el mismo formato que gigantes como A Tribe Called Quest o A Guy Called Gerald. Ninguno de ellos me suliveya, en realidad. El del DNI no me vende nada, no entiendo el XL del más popular (¿acaso hay un Junkie talla S correteando por las discotecas de Amsterdam? Él dice que significa "eXpanding Limits", pero casi que prefiero ignorar esa patochada) y lo del bosque de Mulu me suena a dibujos animados de koalas o cosas así, no a jungle del futuro. Voy a tener que tragarme mi orgullo.

Pentatonix salvan los muebles con la categoría más irrelevante pero la que más les beneficia. Me dolerá más si ganan algo en lo estrictamente musical, pero ya no me sorprendería nada.

PENTATONIX  1 - 1 JUNKIE XL


RONDA 3: Disco al azar: Evergreen vs. Music From SSX Blur

Es difícil pivotar cuando tu nicho de mercado es coger música que ya se ha hecho bien y grabarla a cinco voces, depurando cualquier imperfección que le imprimiera algo de personalidad. Por suerte, hay situaciones en las que apagamos el interruptor del pensamiento crítico y nos abandonamos al vibe: como los Pentatonix no iban a hacer de repente techno farlopero, se pasaron a la opción siguiente, la música navideña. De los 9 álbumes de estudio que ha expulsado la formación, 5 (¡¡¡CINCO!!!) son de villancicos y sucedáneos. El cuarto es Evergreen. Debe prevalecer la chuchería auditiva, la calidez, el disfrutar de la familia... pero habiendo cubierto ya "White Christmas", "Rockin' Around the Christmas Tree", o "I'll Be Home for Christmas"... lo que queda es un poco ya las sobras. McCartney sufre la versión de su ya justito "Wonderful Christmastime", como lo hace Stevie Wonder con "I Just Called to Say I Love You" (porque es una canción navideña ahora). Ambos son temas que de entrada rozaban el larguero de lo respetable (el rollo minimal de Paul tiene su encanto, lo de Stevie es más difícil de defender)... pero que se lo hagan a Joni Mitchell y su "River", perdonadme pero no. No voy a pasar por ahí. Y menos si lo que leo justo después son las tres palabras más temibles de la lengua de Shakespeare: "feat. Lindsey Stirling". Son los Vengadores de la anti-música, sólo faltan Pascu y Rodri. Hay tiempo para algún clasicazo como el "We Wish You" o "Frosty the Snowman" con Alessia Cara, pero para entonces yo ya he tirado el abeto por el balcón. En fin, que tu capacidad de disfrutar de este álbum dependerá de tu tolerancia habitual por los "doo doo doos", el muérdago, y las lobotomías frontales. Hablando más en serio, en el mejor de los casos, con algo más de espíritu, es simplemente inofensivo; en octubre como estamos ahora, se queda en irritante.

Como se ve que Junkie XL le quiere dar emoción, pues va a participar con la banda sonora de un juego de la Wii, porque puede. Hablamos nada menos que del SSX Blur, uno de los juegos más recordados de la plataforma junto con el Anubis 2 y el Petz: Crazy Monkeyz, por decir alguno. Por qué los juegos de snowboarding tuvieron tanto recorrido es un misterio, pero si hay que elegir música para un fin de semana en Baqueira Beret, imagino que Holkenborg puede hacer un trabajo tan decente como cualquier otro DJ en las Páginas Amarillas. No consigue sonar mucho mejor que cualquier videojuego de bajo presupuesto de mediados de los 2000s, pese a contar con la aportación de un remezclador superventas en su apogeo. Cada pista para esquiar tiene su propio tema, todos con el mismo rollito big beat que Fatboy Slim te podría montar en quince minutos recién levantado: "Fly Zone" tiene algo de baggy resultón, "Cortina D'Ampezzo" te da con el bombo a negras hasta que te dan ganas de arrancarte el bazo, "Snow Park NZ" tiene a un señor sufriendo arcadas durante toda la canción sobre una instrumentación sorprendentemente relajante, y "Norikura" despliega trompetas y armónicas, esos sonidos tan reconocibles del país del sol naciente: vamos, que son todos totalmente intercambiables, Frankensteins montados con los loops y samples que el bueno de Antonius tenía por ahí a mano. Casi todos duran más de lo que son bienvenidos, y no es casualidad que los más breves, como "L'Envers", sean también los más pasables. Al final, se trata del perenne dilema de si es peor una hora de relativo tedio o media de muzak para Karens sociópatas.

En la práctica, sin embargo, parece que lo que JXL te saca en dos tardes para salir del paso es menos doloroso que lo que lleva a Pentatonix un diciembre entero de concienzudas sesiones de ensayo y rituales de sangre. Se lo lleva el DJ.

PENTATONIX  1 - 2 JUNKIE XL


RONDA 4: Single más puntuado: "Hallelujah" vs. "A Little Less Conversation (feat. Elvis Presley)"

Dicen que mueres dos veces: una cuando te deja de latir el corazón y otra cuando muere la última persona que te recuerda. Pero Leonard Cohen lo hará tres, porque también falleció cuando lo "homenajearon" los Pentatonix. Está bien, os seré sincero: mi odio incontenido a esta gente se debe a la marcha de Avi, ese bajo de voz infrasónica, audible en la fosa de las Marianas, que se pasea mega-intenso con su gorrico por este desierto inerte, y que al parecer ha lanzado un par de álbumes folk con respetable acogida. Era el alma del grupo y nunca podré perdonar su reemplazo. Pero ni su penetrante mirada azul es capaz de salvar este despropósito. Mi test para este himno absoluto (que por cierto, viene recogido en otro de los recopilatorios navideños, porque vivimos en la peor simulación posible) es este estupendo (si bien un poco pedante, pero mira quién habla) vídeo de Tantacrul en el que se trata esta cuestión de interés público que son las versiones de "Hallelujah", y su tendencia general a ignorar la simplicidad y el simbolismo de la acogedora canción original en favor del melisma desbocado, el oversinging más despreciable. Aquí el quinteto se contiene al principio un poquitín, pero si esto dura cuatro minutos y medio es para dar más espacio a los berridos del final. La sutileza y el dominio de las tentaciones nunca van a ser cualidades enarboladas por los Pentatonix, pero son las que necesita este tema, que evidentemente no cuaja. Y son atracos como este los que han ordeñado cada gota de vida que le pudiera quedar a la canción de Cohen. Os lo pido por favor: dejadla en paz, ya no le queda nada para daros.

"A Little Less Conversation" no puede ser más diametralmente opuesta: una reconstrucción de un single menor de la mayor leyenda del rock de todos los tiempos que no solo es infinitamente más popular que su madre de 1968, si no que fue capaz de acercar al Rey a una nueva generación, en lugar de añadir un clavo a su ataúd. Con el beneplácito de la familia Presley, este exitazo fue número uno en medio mundo durante 2003, omnipresente en radio, películas y anuncios, un soplo de aire fresco que agrandó, si cabe, un legado ya inabarcable. Y eso sin ser la canción una maravilla: es un claro ejemplo de algo que estuvo en el lugar correcto y el momento indicado, trayendo beats bailables y demostrando que pueden pegar con cualquier cosa. En el fondo, no dista tanto de esas piezas que aderezaban el videojuego de esquí ese, simplemente el sample es mucho más reconocible; también es cierto, por otra parte, que ninguno tiene el explosivo puente del "come on, come on", actuando como aquellas breves bajadas de tensión de las canciones sesenteras, en las que la banda empezaba a disminuir su intensidad poco a poco antes de eclosionar en un estallido de funk para tus muelas. No le tengo un especial cariño, pero sigue siendo un artefacto interesante por su capacidad de resultar doblemente nostálgico: como holograma de Elvis, primero, y como hito de la música dance, que muchos descubrimos quizá sin saberlo con temas como este. En una época en la que parece que recontextualizar objetos del pasado con barniz de modernidad parece cosa de tecnología punta, no está de más recordar que tampoco es nada precisamente nuevo.

Basta de farsas, el árbitro tiene que parar el combate antes de que Pentatonix se haga más daño. JXL se lleva un tercer punto que es definitivo.

PENTATONIX  1 - 3 JUNKIE XL


RONDA 5: Canción al azar: "Havana" vs. "Raising the Sword"

Pero en fin, continuemos por lo menos, ya que tenía esto medio escrito igual. "Havana, oh na na", dices mientras clavas tu pupila en mi pupila azul. Camila Cabello anticipó la omnipresencia de la música latina ya no sólo en los países donde ya gozaba de cierta hegemonía, si no como nuevo orden mundial de la música (con permiso de las k-poppers). Es una canción que está bien, con ese milenario ritmo de son traído al presente. A Pentatonix, intuyo que todo eso le da igual: miraron el top de Billboard, vieron que, dado que existían millones de personas dispuestas a consumir "Havana", quizá harían lo propio con una interpretación esterilizada de la misma, y sus retinas se convirtieron en símbolos de dólar. Tengo cierto (bastante, de hecho) aprecio a Lin-Manuel Miranda, pero creo que hasta sus fans más acérrimos reconocen que hay algo antinatural, odiosamente inmaculado en sus experimentos pasteurizados de Broadway, ya sea el rap de Hamilton o la salsa de In the Heights. Y sea lo que sea, porque es difícil de describir, lo encuentro igualmente en Pentatonix: si esto fuera un concurso de talentos del instituto Milikito High de Oklahoma City (o The Sing-Off, temporada 3), pues adelante, lo ganan todo, y que les compensen las horas de ensayo dedicadas a perfeccionar sus armonías milimétricamente precisas. Pero yo creo que la música no consiste en eso, en virtuosismos inanes (¿se es virtuoso si no se transmite absolutamente nada?: abro debate) ni en apelar a lo familiar, a las canciones que todo el mundo conoce, de manera efectista: es casi el equivalente de Big Bang Theory gritando "¡Star Trek!" y esperando que la gente se ríe porque jaja, es una cosa que existe. Tal vez sus composiciones originales sean estupendas, y han tenido la mala suerte de que aquí no ha parecido ninguna. Pero así es la vida; en cualquier caso, sabiendo que vivo en un mundo en el que Pentatonix tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Los Angeles y Taylor Swift no, está claro quienes son los ganadores morales de esta batalla.

Bien, quizá Alita: Ángel de combate sea un peliculón de acción trepidante o una bizarrada de cuestionables efectos especiales: la cosa es que Holkenborg, en menos de dos minutos, crea sensación de lo primero: cuerdas épicas, coros celestiales, el mismo pack de "Orchestral Brass Hollywood" del FL Studio que tiene Hans Zimmer en Favoritos desde 2004... Descomunal. Yo sólo puedo imaginar a esta muchacha de globos oculares hiperextendidos levantando esa espada contra algún enemigo atroz, quizá la estatua de Abraham Lincoln en Washington D.C. con lanzacohetes en lugar de brazos, y partiendo la pana a machetazo limpio. ¿Qué más se puede pedir? Suficiente para dar fe de la versatilidad de nuestro viejo DJ, un hombre que empieza a labrarse la reputación de persona de confianza para soundtracks de pelis de explosiones y desmembramientos: Mad Max: Fury Road, Deadpool, Army of the Dead, Godzilla vs. Kong... ¿Cómo no iba a ganar una pelea así, si ha vivido las peores guerras? Suficiente con ponerse de fondo este "Raising the Sword" y empezar a cortar cabezas, cinco en concreto. Pobres Pentatonix, no tenían ninguna posibilidad. 

Uno más al marcador de Mr. XL, que ya sólo sirve para echar más sal en la herida.

PENTATONIX  1 - 4 JUNKIE XL


Esta masacre ha concluido, lo siento por quienes hayan podido sentirse atacades por mi vehemencia, intentaré que no vuelva a ocurrir. La próxima vez promete ser más pacífica, porque traerá a una de las cantantes punteras de esta resurrección del pop latino, Becky G, enfrentándose al one-hit-wonder del italodisco definitivo, los chicos de Tarzán, Baltimora. Entre tanto, estad al corriente de nuestro Twitter, que vendrán nuevos podcasts, canciones diarias, y quién sabe si algo más (Yo, yo lo sé. No habrá nada más). ¡Chaoooooo!

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