En
algún momento de la pasada década, Operación Triunfo tuvo éxito.
No,
a ver, en serio. No os riáis. Ya sé que suena a coña, y a novela distópica,
pero es un hecho comprobado: en su primera edición, el infausto programa fue, como su nombre indicaba, un
triunfo total total. Dudo que nadie que viviera aquella época pueda, con
sinceridad, negar que conoce nombres como Rosa López, David Bisbal, David
Bustamante, o Chenoa. Vaya, que la final de programa tuvo una audiencia del 68%
de espectadores. Que eso es un huevo, señores y señoras, y entes sentientes en general.
Luego,
poco a poco, y desde la siguiente temporada, a la gente empezó a importarle
cada vez menos. En las últimas temporadas, a nadie le importaba una puta
mierda, y la agonía final culminó con la desaparición del programa en 2011.
Hasta el momento, de allí salieron unas cuantas de las más afamadas estrellas
pop de nuestra generación, amén de algún que otro representante eurovisivo.
Y
claro, toda esa gente publicaba discos. Y como bronce de la primera edición,
Bustamante no iba a ser menos. Y como le gusta mucho su polla, pues llamó al
disco con su apellido, se puso a mirar asín sensual, despeinado y recién salido de la ducha en la portada, y grabó 11 canciones con una duración de 38 minutos
que espero no se hagan muy pesados.
El
primer tema, “El aire que me das”, no es que me haga confiar mucho en ello. Bueno, qué
coño el primer tema: el primer verso que escuchamos, que reza algo así como “oooé,
oé, oooé, o oá, solo respiró el aire que me das”. Creo que es una canción sobre
un hombre que quedó en coma, y que le canta a su respirador artificial. Si es
así, la música reiterativa y fiestera y los agudos sin sentido son de muy mal
gusto. Si no, también.
Lógicamente,
“Además de ti” es como todo lo que triunfaba entonces: un tema de amor moñas
(pero moñas, moñas), con instrumentales lentos y cuerdas a lo CoraLuna. Un poco
como Alex Ubago, pero llorando menos y sin buscar planetas de tesoros. Y creo
que por aguantar los tres minutos de esto me han dado el carnet de homosexual.
De gilipollas homosexual.
“No soy un Superman” es, sin duda, uno de los grandísimos éxitos del Busta.
Compuesto inicialmente para la banda sonora de Linterna verde (con muchos años de antelación), corrieron
rumores de que era demasiado buena para la película, de que David podría
encarnar a Hal Jordan en pantalla, y de que Elmo vendía drogas a niños pequeños
en aldeas somalíes. Salvo este último, que se demostró totalmente cierto,
ninguno de los rumores fue demostrado jamás.
No,
ahora en serio, la letra es un mundo que tenéis que descubrir, si no lo habéis
hecho ya. YA.
El
siguiente tema, “Cuando hacemos el amor”, tiene un título tan poco sutil que me
hace carcajearme como un demente aún antes de escucharlo. Cuando empieza la
música me pregunto quién le componía estas cosas al Busta. Es, básicamente,
como un refrito de “Además de ti”, pero… es que tampoco se puede decir mucho.
Salvo que queráis analizar eso de “cuando hacemos el amor abres para mí / la
puerta del Edén, el templo del placer… / me das miel”. ¿No? Ya decía yo. Pues
todo así, y peor, con momentos de venirse arriba incluidos. No debería
excitarme con esto, así que intentaré evitarlo. Pero es tan sensual que… auf.
Venga,
analizad eso de “cuando hacemos el amor / no hay distancia entre los dos”.
Gracias, Capitán Obvio, por confirmar que no hablas de cibersexo.
Terminado
el polvo, el Busta tira para “Cantabria”. Ya sabéis, por el postureo típico de
dedicarle una canción a la tierra que te parió, y donde perfectamente te podías
haber quedado pastando, o plantando patatas, o algo de eso. Porque esos ritmos
de samba del principio muy cántabros no son, suenan más a canción para meterte con el Señor Burns. Y porque no parece que la
comunidad le importe mucho desde la época de este disco. Pero "huele a hierba y
amor". Eso suena fatal. Tan mal como los coros.
Hace
un rato que he perdido el interés por este truño. ¿Sabéis que cuando publicó
este trabajo tenía solo 20 años? Así, como dato.
“Si tengo que morir” va de lo que imagináis que va. No, no es un linchamiento
popular. Es el tema moñas que se alterna de manera regular en el disco. Me
intriga que quiera morir en los brazos de alguien “lentamente”, pero como luego
habla de besos, a lo mejor está pensando en muerte por kiki. Por si no hubiera
quedado claro en “Cuando hacemos el amor” que tiene ganas de marcha, y eso.
Parece
que no hay mejor inicio para “Besos” que el repetir dicha palabra mil veces.
Rollo “niños, niños, / futuro, futuro”, pero sin gracia. La absurda dicotomía
entre letras y música me sigue desconcertando, y llevamos ya mucho rato de
escucha. Creo. Se me ha hecho eterno. Pero el caso es que deja de lado su vena
moñas para decirle a la otra que “quiero todo de ti” y que se lo dé ya, así en
un rollo muy de acosador.
Esto
podía ser más del 2002, pero no se me ocurre cómo. Y me está hastiando tanto
que hasta he agradecido el anuncio hortera y ofensivo de la playlist Latino
Romántico de Filter en Spotify.
“Duda de amor” me ha hecho pensar por un momento que seguían los anuncios. Lo más
triste es que llevo todo el rato dándome cuenta de que el Busta no tiene mala
voz. Y cuando no decide rimar “cambió” con “clavó”, hasta hace cosas
interesantes. El problema es todo lo demás, que es lo puto peor. Y sí, habéis
acertado: estamos ante un tema par, el octavo, lo que significa que es un tema
moñas. ¿Existe alguna organización más predecible en un disco? No lo sé, pero
me cuesta imaginarlo. Por algún motivo, cerca ya el final, y después del
clásico momento de venirse arriba del que canta, hay un solo de guitarra
eléctrica salido del Averno de la música, que a nadie le importa, y se
desvanece sin aportar más.
Coros
horribles, ritmo caribeño, metáforas obvias, algo de “acorralarte en mi deseo”,
de “me aprovecho” y de que la otra le provoca… “Por un beso de tu boca” es más
de la misma mierda. Y paso de comentar nada más, porque estoy hasta los huevos
de que todo suene igual.
“Dos hombres y un destino” debería ser juzgada en La Haya por usurpar el título de
un clásico del celuloide para un dueto horrible (y moñas, claro) con Alex, otro
tipo de OT que no nos interesa aunque estuviera en Grand Prix y Los Lunnis. Es
un poco como el “The Girl Is Mine”, que ya era bastante nefasto, solo que el
tal Alex no es Paul McCartney, y el Busta no es Michael Jackson. Eso lo dice
todo. Si yo soy la tía por la que “luuuuucharán”, os juro que con ese ritmito
que me llevan salgo corriendo en cero coma.
Voy
a pasar de comentar “La magia del corazón”. Diré simplemente que cierra el
disco unos 38 minutos más tarde de lo que debería.
En
2003 sacó una reedición del disco que incluía otro tema, “Perdóname”, un dueto
con Luis Fonsi. Paso olímpicamente.
Y
eso ha sido todo.
Puto
peñazo, joder.
Allez-y,
mes ami!
Buenas tardes, y buena suerte.
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¿Tengo
que escuchar esto?: eh… no.
Si
solo tuviera que escuchar una canción: “No soy un Superman”. Clasicazo.
¿Dónde
debería escuchar esto?: en Cantabria, mientras te pones morao a… yo que sé, a lo que sea
que coman típicamente en Cantabria.
Me
ha gustado, ¿dónde hay más?: Bustamante ha seguido sacando mierda a lo largo de
los años. Si no, tienes a su tocayo Bisbal, a su otro tocayo Civera, a Chenoa,
al Ubago...
Jodida maravilla. De crítica claro. Estoy yorando de emosión.
ResponderEliminarYo también yoro de emosión
EliminarlOh PRiMerOH kE bOI Ha AZER ES DAr laS grAZIASH a bosOTrosS i LuHEGO BOi ha yORar llo tANViehn.
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