jueves, 22 de marzo de 2012
Sínkope – Esta noche se merece otra ronda (2007)
Sí, ya sé que tengo todavía un montón de peticiones pendientes de criticar. Y sí, ya sé que las tengo pendientes desde hace siglos. Pero bueno, en la última crítica hice caso a una petición, y de cuando en cuando necesito relajarme y preparar un análisis del grupo por el que me haya dado en ese momento. Y de hecho, creo que a partir de ahora voy a ir alternando peticiones y críticas propias hasta ponerme al día. Decidido. La próxima será de Nirvana (probablemente, tampoco prometo nada).
El grupo que os traigo hoy, probablemente no os suene mucho, al menos, a la mayoría. Yo hasta hace unos meses no había oído hablar de ellos jamás. Y si bien no me pidió una crítica directa, sí que me los recomendó una amiga mía, así que decidí darles una oportunidad para ver qué tal estaban. Y la verdad es que me convencieron tanto como todos esos grupos de primera línea del rock nacional (Marea, Sôber, Rulo, Platero y Tú…) que llevo escuchando todo este último año.
Extremeños de pura cepa, tocan un estilo que suelen llamar “rock rural”. Básicamente, viene a ser lo que yo llamo rock canalla: no hay demasiada diferencia con respecto a grupos del estilo de Marea o Extremoduro. Como no son demasiado conocidos, he tenido que tirar de la historia que cuentan en su propia página: he podido enterarme de que el núcleo del grupo son Mario Santos, a la guitarra, y Vito Íñiguez a la voz. Tras algún que otro cambio de formación (aunque ellos dos se mantienen, dando guerra desde 1991), llegan hasta 2007 con 6 discos de estudio a sus espaldas, infinidad de conciertos por toda España, colaboraciones con Mägo de Oz, Ars Amandi, Muro… Fichan por la discográfica Pagana Records, y se lanzan a grabar el que será su disco más importante (y de los más reconocidos) hasta la fecha: Esta noche se merece otra ronda.
“Encanutao”, primer single del álbum, es a la vez el tema que pone la primera piedra del trabajo. Comienza con unas guitarras muy ochenteras que recuerdan a grupos del estilo de Bon Jovi, pero que pronto nos traen reminiscencias de Marea. La línea que siguen parece ser la misma: letras bastante poéticas (aunque si bien la mayoría de las de Kutxi son cuando menos difíciles de interpretar, las de Vito son de una sencillez abrumadora), acompañadas por una instrumentación que es una mera excusa para la letra. Sin embargo, aquí, aunque las guitarras caen a veces en lo repetitivo, no es lo más normal: no hay más que ver los solos que desgrana Mario con una maestría abrumadora y que acompañan a la perfección a los versos más crudos y directos (como ese “tus dedos y mis dedos ya quieren jugar / y plantar caricias sin perder detalle de nuestros cuerpos,/ y una vez puestos… soñar”). Aunque el pobre bajo, como ocurre a menudo, pasa un poco desapercibido, la batería tiene una fuerza bastante presente a lo largo de la canción, que se hace corta pese a los casi seis minutos que dura.
Las reminiscencias a Marea se acentúan muchísimo en el siguiente tema, “El carro de la vida” (según encuestas del propio grupo, el mejor del disco), cuando después de una introducción con acústica y unos versos maravillosos de Vito (“yo que a la vida le he dado/ un montón de bocados/ aún tengo hambre”) llega una estrofa en la que aparecen la inconfundible voz de Kutxi Romero y la guitarra de Kolibrí (ambos de Marea, os recuerdo), acelerando el ritmo de la canción. Kutxi y Vito se alternan a las voces en una letra maravillosa, aunque con un estribillo (“y subo al carro de la vida,/ del que empujan los años/ y tiran los días”) que se repite hasta la saciedad, mientras Mario y Kolibrí compiten con solos de guitarra cada vez más impresionantes. El siguiente tema, “No quiero… ¡Que no!” estoy seguro de habérselo escuchado (tanto el ritmo como las guitarras) a Nirvana, aunque entre los dos principales candidatos (“Come As You Are” y “Smells Like Teen Spirit”) no estoy seguro de ninguno (y como casi seguro que me equivoco, vuestra ayuda para solucionar el dilema será bienvenida. El tema, instrumentalmente, es bastante bueno, y tiene uno de los mejores solos de guitarra del disco; la letra no destaca demasiado, salvo en algunos puntos interesantes y en un dominio bucal muy agresivo incluso en los coros. Gana puntos por la maldición final de Vito, eso sí.
El tema que da título al trabajo, “Esta noche se merece otra ronda” es más lento y melancólico que los otros. Empieza con unas guitarras distorsionadas que en seguida se unen con una acústica y unos solos más cercanos al estilo de Extremoduro o Platero y Tú que al rock ochentero que mencionábamos antes. Nuevamente, el tema destaca más por su apartado instrumental y por su estilo que por su letra, aunque hay excepciones bastante… directas (como cuando dice, ya llegando al final “esta noche se merece otra ronda,/ porque tú estás muy cachonda/ y yo estoy que no me tengo”, mientras suena un solo de guitarra acelerado a más no poder). Nada que ver con la siguiente canción, de mis favoritas del disco, la balada “Romance de la luna gitana y el sol poeta”, que destaca tanto en unas guitarras maravillosas (aunque muy Marea, no caen en lo repetitivo en ningún momento) como en una letra absolutamente fantástica (“y quiero que el amanecer,/ pegados otra vez nos encuentre/ bebiendo sangre caliente,/ en la fuente que es nuestra piel; bebiendo sin sorber pa’ que la luna/ no se despierte,/ y haciéndolo bien pa’ que el sol otro rato/ a oscuras solitos nos deje”), que la convierte en una de las mejores canciones de amor que ha conocido el rock español (creo yo). Componente trágico y típico en la literatura incluido; los dos amantes separados eternamente: “y canto tu romance, luna gitana,/ que pierdes las bragas por el sol poeta,/ porque alguien os hizo una gran putada/ pues cuando tu sales/ el sol se entra y viceversa,/ y no podéis tocaros aunque él te sienta/ y tú lo sientas…”. Acompañado, como ya digo, por unas guitarras maravillosas.
Llegamos así al primer tema que escuché en mi vida de Sínkope, y que me enamoró desde el primer instante. “Le voy a cobrar a tus labios tus miradas” lo tiene todo: empieza (y mantiene durante un rato) con una guitarra acústica sesentera mientras Vito va soltando los primeros versos, muy líricos y sin ninguna cohesión, la verdad (no tiene ni estribillo el tema), pero no por ello menos impactantes: “Me noto sediento y va siendo hora/ de ponerse al lío y beber del río que hay en tu mirar,/ y espantar el frío que venía conmigo, lo voy a quemar”. Poco después entran un violín y una flauta absolutamente inconfundibles: el violín de Moha y la flauta de Fernando, sello indiscutible de Mägo de Oz, que le dan un toque celta maravilloso a la balada. Hasta el cuarto minuto no entran en resto de instrumentos: primero la guitarra eléctrica, poco a poco, y luego la batería y todos los demás a la vez, mientras Vito acelera los últimos versos para dar paso al colofón instrumental que cierra la pieza. Increíble.
Después de lo visto, el resto del disco, aunque sin desmerecer a lo anterior, tampoco llega a la calidad de lo ya escuchado. “Mil tallos (vuelvo a brotar)” es un tema más rabioso y cañero que los demás, lo que se nota tanto en la forma de cantar como en las guitarras, potentes y pesadas. Destacar como puntazo versos del tipo “pero no puede ser que todo sea de mi agrado;/ helados de mierda y miel no saborean mis labios”, “y no quieras tener mi dignidad a tus pies ni mis pensamientos en tus manos,/ en este mar no vas a pescar, echa la red en otro lado.” o “si me quieres cortar, te vas a joder.... Fíjate bien, tengo mil tallos”, así como las preguntas que cuela de pronto Vito entre uno y otro. Sigue con “Quemando recuerdos, penas y sueños y otros enseres”, una canción preciosa sobre todo al final, cuando la instrumentación se apaga para dejar a Vito solo en algunos versos, acompañándole en otros con solos imposibles, mientras desgrana la historia de un hombre acosado por los recuerdos de los que se quiere deshacer. Para cerrar, “Tras el rastro de un sueño que perdí borracho” me recuerda a los Marea de Las aceras están llenas de piojos (de hecho, las guitarras son idénticas que las de “Entre hormigones”). La verdad es que no puedo decir que me guste especialmente, es de los temas más repetitivos del disco, aunque la letra no es mala, y Vito, como siempre, se luce en su estilo. Después de un atronador berrido a coro “¡borracho, borracho, borracho!”, se cierra la canción, y con ella el disco.
Terminado el disco, deja un sabor de boca maravilloso. Desde luego, Sínkope ha sido todo un descubrimiento (y encima, al no ser muy conocidos, me siento aún mejor, más elitista…).
Si te gusta el rock español más rudo (Marea, Extremoduro, Barricada… esa gente), te va a encantar. Y si no, pues échale un ojo a los temas principales del disco.
Allez-y, mes ami!
Buenas noches, y buena suerte.
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LO MEJOR: “Encanutao” es maravillosa. Luego pondría casi al mismo nivel a “El carro de la vida” y “Romance de la luna gitana y el sol poeta”. Y junto a ellas, con solo una ligera ventaja, “Le voy a cobrar a tus labios tus miradas”.
LO PEOR: “Tras el rastro de un sueño que perdí borracho” me parece el tema más flojillo. Y aunque a veces las guitarras caen un poco en la repetición, no tengo mucha queja por esa parte.
VALORACIÓN: 9/10. Ha sido todo un descubrimiento. Como ya digo, deberías echarle un vistazo, si os gusta el rock español no decepciona en absoluto.
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Sínkope - El carro de la vida [con Kutxi Romero y Kolibrí] (sin video)
Sínkope - Le voy a cobrar a tus labios tus miradas [con Fernando Ponce de León y Mohamed] (carátula)
Sínkope - Encanutao
Sínkope - Romance de la luna gitana y el sol poeta
Disco completo en Youtube (lista de reproducción)
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