
Como ya se ha convertido en una costumbre en cada artículo que publico, he de pediros perdón por algún retraso, promesa incumplida o parafernalia similar. En este caso, puedo afirmar que la culpa no ha sido mía: he estado sin Internet, y casi sin ordenador, desde hace unos días, gracias a un virus, como suelo denominarlo, “más tocho que una catedral del gótico alemán”. De hecho, sin Internet sigo, reinstalando el ordenador, así que de momento mientras lo arreglo, intentaré mantenerme al día del blog desde la universidad. Por otra parte, esto redunda en vuestro beneficio: he decidido ser compasivo y no subir (todavía) ninguna crítica de Tokio Hotel. De momento podéis respirar tranquilos.