jueves, 17 de noviembre de 2011
Sôber – Superbia (2011)
Bueno, llevo ya casi mes y medio (entre entrevistas, batallas de bandas, críticas de conciertos...) sin subir la crítica de ningún disco, desde el “Master Of Puppets” de Metallica. Y, aunque pensaba retomar a lo grande la sección que inauguró este blog, con la crítica del “Led Zeppelin IV” (que se hizo con la victoria en la encuesta que organizamos hace dos semanas), es éste un disco que trato con un respeto casi reverencial, y temo no haberle dedicado tiempo suficiente para hacer una crítica en condiciones. Además, he estado (sigo estando) agobiadísimo con numerosos trabajos, lo que tampoco me ha permitido preparar la crítica de otros discos que tenía pendientes o de peticiones que me habían hecho los lectores del blog. Por ello, y con permiso de todos ellos, os traigo la crítica de un disco que conozco bastante bien, pues desde que me topé con él a finales de mayo, no ha habido semana que no lo haya escuchado entero (o prácticamente).
A pesar de ser uno de los grupos de metal alternativo más importantes de nuestro país, con siete álbumes de estudio en su haber, un Disco de Oro y otro de Platino, y numerosas apariciones en bandas sonoras o incluso en series de televisión (de hecho, comenzaron a ser más conocidos, por desgracia, tras aparecer en un capítulo de “Los Hombres de Paco”), confieso que, hasta junio de 2010, en que tocaron en el Rock in Rio de Madrid junto a Metallica y Mötorhead, nunca había escuchado a Sôber, y apenas si les conocía de oídas. No sabía lo que me estaba perdiendo.
Formados en 1994, por Carlos Escobedo (voz y bajo... como Lemmy, curiosamente) y Antonio Bernardini (guitarrista), a ellos se unirían Jorge Escobedo (hermano del cantante, y también guitarrista), y Elías Romero (batería), apenas han sufrido cambios de formación a lo largo de su historia, y todos ellos se han referido al batería (Elías Romero sería sustituido por Luis Miguel Planelló en 1998, y éste por Alberto Madrid en 1999). En un principio, como ocurre con muchos grupos, tuvieron que sortear muchas dificultades (como el quiebre de su discográfica, tras lo que se decidieron a formar una propia), aunque su primer disco, Torcidos, verá la luz en 1997, y a éste le seguirían Morfología (1999) y Synthesis (2001). El éxito no lo conocerían hasta la publicación de su cuarto álbum, Paradÿsso, en 2002, que se vio seguido por Reddo en 2004. Tras 10 años de trayectoria, y después de conmemorarlos con un recopilatorio, Sôber se separan provisionalmente para emprender proyectos paralelos (Carlos y Alberto forman Savia, mientras que Jorge y Antonio coinciden en Skizoo).
En mayo de 2010 se reúnen y sacan un nuevo recopilatorio con dos temas inéditos, De aquí a la eternidad, y comienzan a despegar de nuevo en el panorama musical. Se les une Manu Reyes (hijo del batería de Medina Azahara, Manuel Reyes) a la batería, en sustitución de Alberto Madrid, muerto en un accidente de tráfico en 2006, y comienzan a girar por diversos países, abriendo para Mägo de Oz en México y colaborando en un disco homenaje a Héroes del Silencio.
“Superbia” será su séptimo álbum de estudio, publicado en marzo de 2011. El disco, que supone una vuelta a los orígenes del grupo, se abre con el tema homónimo, “Superbia”, una canción que comienza con voces cantando en latín al más puro estilo de monjes gregorianos cabreados, y que se ve pronto acompañada por una potente batería y las guitarras distorsionadas. La instrumentación es correcta, sobria, como indica el propio nombre del grupo, y elegante, pero sin demasiada complejidad, aunque se mantiene siempre al mismo nivel que la voz de Carlos, sin que ningún instrumento cobre importancia sobre los demás, mostrando una forma que se repetirá a lo largo de todo el disco. La letra, punto fuerte de Sôber, es deprimente y un tanto pesimista, dando una visión poco halagadora de la humanidad (“quizá la avaricia de la raza humana / hará que todo se pierda; / tal vez la caricia de la destrucción / nos hará reflexionar”).
Continúa el disco con “La Araña”, un tema un tanto extraño con una batería muy potente, en el que la voz de Carlos, al igual que en otras canciones, recuerda por momentos a Bunbury (cosa que no termina de desagradarme, curiosamente). La canción es sencilla, correcta, pero demasiado similar a la anterior, al menos hasta que entran las guitarras con más fuerza llegando el tercer minuto. “666”, por su parte, vuelve a dar protagonismo a la batería y la distorsión de las guitarras en un principio, aunque al entrar Carlos a la voz pasan a un segundo plano, dando importancia a la letra, con un estribillo pegadizo y sencillo (“con las armas que nos dieron / venceremos nuestros miedos / sin pedir perdón; / más de un sueño se ha perdido / buscando al ángel caído / que nos abandonó”). La canción mantiene un esquema bastante simple, sin apenas cambios, aunque con ciertas concesiones a algunos solos de guitarra y a la instrumentación final.
La primera balada del disco, así como primer single, “Tic Tac”, abre con una batería y unas guitarras bastante discretas que dan un protagonismo total a Carlos (y, esta vez sí, recuerda enormemente a Bunbury), y la letra, aunque un tanto oscura e incomprensible en algunas partes, mantiene un mensaje bastante positivo (“No llores más, / basta de hablar, / coge tus alas y a volar; / sabes que tú / eres más fuerte que él, / nadie te conseguirá vencer”). Como la gran mayoría de baladas de este estilo, sigue una fórmula convencional: instrumentación correcta, aunque no extremadamente destacable; voz íntima, casi susurrada en algunos pasajes, y gritando con desesperación en otros, acompañada por el virtuoso solo de guitarra; y un final que cierra igual que comenzaba la canción. No es original, pero funciona, desde luego. Tras ella viene “Fantasma” (la canción más larga del disco, con 5 minutos y 40 segundos) que comienza con las eléctricas y alterna pasajes de batería y guitarra muy potentes con versos cantados sin apenas acompañamiento instrumental. Alrededor del tercer minuto la canción adquiere un tinte más melancólico gracias a los instrumentos de viento (¿un oboe? ¿un clarinete? lo siento, pero no puedo decirlo, de hecho, si no fuese por la ayuda de Moctezuma, ni siquiera podría asegurar si es un instrumento de viento) que preceden a la voz, mientras que esta dará paso a un brillante solo de guitarra y a los acordes finales.
Se retoma esta vertiente más melódica del álbum con “Nuestro Final”, otra canción que destaca por una letra maravillosa y deprimente a partes iguales, en la que Carlos está camaleónico, cambiando la entonación prácticamente en cada verso. Los ritmos son más rápidos, aunque los instrumentos no tan potentes, y más virtuosos (o más complejos al menos), cosa que se repite en el tema “Umbilical”, una canción similar pero más... acelerada. Así, llegamos al segundo single del disco, y sin duda punto fuerte del álbum, “Náufrago” (que, personalmente, me parece una de las mejores baladas del rock español). Abre con una guitarra acústica, tocada por Carlos y una voz íntima y cercana, acorde con la letra del disco, probablemente la mejor del álbum (con versos como “Naufragaré contigo / y unidos conservaremos nuestro calor; / y juntos emprenderemos / una ruta sin destino, un romance en el camino, / y al anochecer el viento hará recordar”, o “Te seguiré esperando / un año, un siglo, o la eternidad, / y mantendré encendido el fuego / por si piensas venir”), y en la que los instrumentos, especialmente el obligado solo de guitarra, se lucen cada uno en su momento, mezclándose a la perfección. Maravillosa (aunque también es cierto que un poco empalagosa) de principio a fin.
El final del disco, aunque sigue siendo correcto, pierde algo de fuerza tras las canciones que le han precedido. “La Última Llamada” es un corte en el que Carlos vuelve a recordar a recordar a Bunbury, acompañado por una instrumentación más lenta y potente, como al comienzo del disco, y una letra bastante rabiosa; “Guarida”, por su parte, vuelve a recordar a “Umbilical”, aunque es mejor que ésta y en ella encontramos otro verso fabuloso: “lo mejor de la guerra no es vencer, no... / Lo mejor es saber que puedes derrotar a tu rival”, tras el cual llega uno de los mejores solos de guitarra del disco, que abre paso a estrofas más melódicas antes del estribillo final. Continúa el disco con “Fortuna, Fama o Placer”, que comienza con un ritmo de guitarra casi funky, y una batería machacona pero pegadiza, tras los que Carlos desgrana versos cortos (algunos de ellos con solo una palabra), y estrofas cambiantes en cada esquema, entre las cuales se repite el ritmo pegadizo de las guitarras, siendo más destacable a partir del tercer minuto. El único pero es un estribillo que sigue la misma tónica que el resto del álbum.
Por último, cierra el disco con “Sombras”, una canción rápida, de las más duras del disco, con una letra bastante cruel y deprimente, pero realmente magnífica, y que supone el punto fuerte de un tema por lo demás repetitivo en su mayoría.
Dicho esto, es un disco que en su conjunto funciona a la perfección y que, en directo, suena magnífico, por lo que sé (aunque yo ya me he perdido tres conciertos de Sôber este año, la mala suerte me acompaña en ese aspecto). Como dije al comienzo del artículo, siento haber tardado tanto en subir una nueva crítica, y espero poder subirlos la del “Led Zeppellin IV” y la entrevista a Huecco en breve.
Con esto me despido ya por hoy. Allez-y, mes ami!
Buenas noches, y buena suerte.
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LO MEJOR: son especialmente destacables temas como “Superbia”, “Fortuna, Fama o Placer”, “Nuestro Final” o “Tic Tac”, aunque sin duda el más destacado es “Náufrago”.
LO PEOR: nuevamente, y como le pasa en cierta medida al “Besos de Perro”, de Marea, hay momentos del disco un poco repetitivos, aunque por lo general la instrumentación es bastante buena y trata de reinventarse a lo largo de todo el trabajo. Más flojas me parecen canciones como “La Última Llamada”, “Umbilical”, o “La Araña” (no es que sean malas, ni mucho menos, pero no son tan buenas como el resto).
VALORACIÓN: 9/10. Disco bien construido, con un estilo personal, intérpretes de nivel y letras realmente buenas en algunos casos. Hay canciones especialmente destacables, de las mejores de la carrera de todo el grupo, y sin duda supone uno de los ejemplos más atractivos del metal alternativo en nuestro país. Además, a diferencia de una gran mayoría de grupos españoles, el trabajo está francamente bien producido.
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Sôber - Nuestro Final (carátula)
Sôber - Superbia (carátula)
Sôber - Fortuna, Fama o Placer (carátula)
Sôber - Sombras
Sôber - Tic Tac
Sôber - Náufrago
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No había escuchado nunca un disco de Sôber, pero la verdad es que son estupendos. No esperaba nada especial del disco, pero la verdad es que me ha gustado bastante. Son duros, pero son melódicos y asequibles.
ResponderEliminarLo que más me gusta, sin embargo, es que son abanderados de un género que en España no parece demasiado popular, este metal alternativo, pero que en EEUU lleva unos cuantos años pegando bastante fuerte.
En fin, para mi propia sorpresa, recomiendo este disco enfervorecidamente (bueno, a lo mejor no tanto, pero está muy bien).