martes, 24 de marzo de 2015

Gingers, @Sala Charada, 21/03/2015



Decía hace unos días con la reseña de Rafa Pons que una de las cosas más bonitas de ser melómano es descubrir/que te descubran nuevos artistas. De ser crítico hay otra cosa incluso más bella: ser tú quien ayude a dar a conocer a bandas más desconocidas o emergentes.

Entre este trabajo como crítico y que me muevo en ambientes muy musicales, constantemente tengo amigos o conocidos tocando en bandas, y me llegan avisos de concursos y batallas de bandas y similares. En contadas ocasiones (por falta de tiempo, por mi mala suerte con conciertos, y porque soy un poco bastante vago), voy a ellos. Y eso fue lo que pasó este pasado sábado, cuando Independance U18 (la versión para menores del famoso club) reunió en la Sala Charada a cuatro bandas en una batalla por el rock: Bleeding Sweet, Riff Valley, Gingers y Neutral Rust.

De toda la gente allí arrejuntá en amor, sudor y rock, para mí hubo cuatro nombres que brillaron con luz propia: Sandra, Angie, Ali y Andrea. O, como se definen en su página: la del aparato fonador humano, la del cordófono de seis cuerdas, la del cordófono de cuatro cuerdas, y la del conjunto de tambores. Las Gingers. Las verdaderas protagonistas de la tarde.

Como tantos que van de rockeros chungos, al cabo son majísimas.

El sarao, que se preveía empezara sobre las 18:30 se retrasó casi hasta las 19:00 por la gran afluencia de público. Había dos premios en juego: el premio del jurado (primer puesto) fue a parar a Neutral Rust, y el premio del público (segundo puesto) a Riff Valley. Apuntaré que no estoy de acuerdo con el veredicto, especialmente del premio del público, y no soy el único (acusaciones de tongo hubo en la sala, a gritos, pidiendo el premio para las que hoy nos ocupan… más que tongo, es que los medidores de decibelios engañan sobre el parecer general del público), pero ¿qué importa? Lo que tiene verdadero valor es el talento que se derrochó.

Y aunque fueran a casa con las manos vacías, creo firmemente que las Gingers fueron el mejor grupo de cuantos desfilaron por el escenario (sin ser los otros malos, ojo). De entrada, un problema común aquejó a los otros tres grupos: por algún motivo (y eso las hizo ganar muchísimos puntos a mis ojos), Gingers pareció ser la única banda que entendió que: a) en el rock la calidad no es sinónimo de estridencia o volumen excesivo (que sí, que ellas daban caña, pero cuando había que darla, y sin reducirlo al absurdo); y b) los solos de guitarra, si no aportan nada al tema, no lo mejoran, sino todo lo contrario.

Cordófono de seis cuerdas molando.

Lo más destacable no es ya que fueran las únicas en entender esto: es que era el primer concierto que daba la banda, con lo que su acierto en este aspecto es doblemente digno de elogio.

Ese empeño por dar calidad, y no ruido, es algo que demostraron desde el primer tema, “Ginger”, su primera canción dada a conocer. El rollo era claro hijo de esas girl-band rock-punkarras que triunfaron a finales del pasado siglo, y que volverán a aparecer en el concierto: Gingers se mostraron como dignas sucesoras del estilo desgranando una letra con la tópica temática de “aquí me quedo a luchar” y "el rock no morirá", pero con la inteligencia para fabularla y escribirla bien. Lejos quedan esos “oooooooo” y “nananana” que intercalaban a veces Bleeding Sweet, y que si no le perdono a 30STM, a ellos tampoco.

Y sí, en el tema en cuestión hay solo de guitarra, pero viene a cuento, y Angie se sale tanto como Sandra en la voz (que me encanta como cierra alguno de los versos) o Andrea con una batería muy fuerte. Su sonido, además, y a pesar de la pobre acústica/producción de la sala que pasó factura a todos los grupos, gana mucha fuerza en directo, entre otras cosas por el carisma y presencia que destilan las cuatro.

Tamborilera poniendo cara de concentración y siendo guay

El primer cover que trajeron fue “I Love Rock N’ Roll” (el sonido es terrible, pero la culpa es de la sala y la grabación, no de la banda). Era obvio que el gran éxito popularizado, que no compuesto, por Joan Jett no podía faltar, y que sería una de las elecciones fáciles del repertorio. Es algo que se les podría reprochar, pero… vaya, los otros grupos versionaron a Queen, a AC/DC, a los Clash y hasta el “Hallelujah”. Siendo obvias todas las elecciones, la de las Gingers fue la que más respetó lo que versionaba (y la que más estuvo a la altura de la original… es que yo soy muy sibarita cuando me tocan a Freddie o a Cohen sin ser Jeff Buckley).

Llegó otro tema propio, lanzado de hecho hace pocos días: “The Hound”. Como le pasa a muchas bandas emergentes, la sensación que dejan ambos temas es que suenan bastante igual (ya se lo afeé también a los grandes Blue Age, sabéis que no me corto). La letra toca un tema más original, pero su composición no está tan bien desarrollada, y quizás tira demasiado de recursos ya utilizados (como el grito final, o el solo de Angie, bueno, pero demasiado reminiscente del primer tema). Interesante, sí, pero lejos de lo bueno que podía ser.

También era bastante predecible el segundo cover, el “Cherry Bomb” de las Runaways (que hace unos meses me juego el cuello a que no habría triunfado entre el público tanto como el otro día), pero de nuevo la interpretación fue majestuosa. De hecho, probablemente fuera este uno de los momentos culminantes del concierto, con la buena química entre el grupo y los asistentes.

Cordófono de cuatro cuerdas molando también.

Otro dato que no he comentado: buena parte de la fuerza del directo de la banda estaba en su buen funcionamiento y cohesión interna como conjunto. En el resto de los grupos siempre había alguien que se comía a los demás (Bleeding Sweet: cantante; Riff Valley: bajista y batería; Neutral Rust: guitarras). En las Gingers todas estaban a un gran nivel, y aunque por momentos pudiera destacar más el fantástico bajo de Ali, o los gritos de Sandra, o la actuación de cualquiera de ellas, lo que se quedaba grabado era el conjunto, más que sus miembros.

El tercer tema propio que presentaron (otro acierto el alternar tan bien temas propios y covers, y no concentrarlos como otros grupos), y que por desgracia no está subido aún, fue de lejos el que más me gustó. “Bloody Mary” se alejaba bastante de los dos anteriores (sí que tenías el convencimiento de estar escuchando algo diferente, y no una variación similar), y era más memorable en su apartado instrumental. En todo el apartado, de hecho, pero especialmente en la batería, donde Andrea tuvo un par de momentos verdaderamente gloriosos, y en unas líneas de bajo de Ali geniales.

Para cerrar, las Gingers se atrevieron ni más ni menos que con “Whole Lotta Love”. Igual que con la reina y los del alto voltaje, con las versiones del cuarteto británico soy terriblemente exigente, y quizás fue por eso que no me gustó tanto como las otras. Calidad, sin embargo, no faltó, y la versión fue bastante digna; además, la entrega del público en este momento fue total, y las chicas demostraron que no estaban ahí (bueno, ya lo habían hecho, pero lo confirmaron por enésima vez) solo por llenar el cupo de formación femenina, sino que se atrevían, y podían enfrentarse, a cualquier cosa que llevara impreso el marchamo del rock.

En general, las otras tres bandas tuvieron sus puntos fuertes y débiles. Como las Gingers, claro. Pero fueron ellas (y repito: en su primer concierto, además), las que desplegaron una mayor fuerza identitaria como grupo, las que mejor mantuvieron el tipo en cada momento, las que más demostraron el talento que reúnen y las que, en general, resultaron más memorables en una tarde que ya se estaba convirtiendo en noche lluviosa.

No había fotos de Sandra molando en solitario, pero os aseguro que
molaba mucho, y no solo pintando caritas de gato. Aquí molando están todas.

Además, Sandra iba por ahí pintando caras de gato como la suya a los/las fans, porque las cuatro son majísimas. Eso siempre hace ganar puntos a la banda.

Desde luego, han llegado para quedarse, y no habrá que perderlas la pista. Este sábado, 28 de marzo, volverán a tocar en la sala FAX a las 22:00 h. (4€ de entrada, si no me equivoco), y el próximo sábado 11 de abril harán lo propio en la sala Moondance a las 20:00 h. (3€ de entrada chachi). Mi recomendación, obviamente, es que no os las perdáis ni de coña.

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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