domingo, 1 de marzo de 2015

Evanescence – Fallen (2003)



La verdad es que no tenía pensado que esta fuera mi próxima crítica, pero estaba el otro día yo feliz, sonó en la radio “Going Under”, recordé que tenía esta petición pendiente desde diciembre y, por una vez, me he decidido a cumplir con mis compromisos con una demora menor de cuatro años.

Me voy a ahorrar un poco todas las presentaciones y demás, porque cada día las veo más superfluas, sobre todo con este tipo de grupos. Evanescence es uno de los abanderados más reconocidos de toda esa corriente a caballo entre el metal alternativo-gótico y el nü metal que triunfó a finales de los 90 y principios del nuevo milenio. Y Fallen, su primer álbum de estudio (tras varios EPs) es sin duda su sello de identidad, al tiempo el disco que les consolidó y les lanzó al estrellato, y que hasta ahora sigue siendo su mayor éxito de ventas y crítica (11º disco más vendido de la década de los 2000, y esas cosas).

Se abre con contundencia y de manera paradigmática de lo que ofrecerá con, precisamente, “Going Under”. El grupo está en este disco en su punto álgido a nivel compositivo e interpretativo, con la triada de oro: Amy Lee, Ben Moody y David Hodges (Moody se largaría durante la gira por “diferencias creativas”, y Hodges lo haría incluso antes, al terminar de grabar el disco, porque no le dejaron llevar el grupo a un terreno de rock-metal cristiano, al parecer). La tónica, como digo, es bastante antológica: una gran fuerza vocal de Amy Lee, tanto siendo voz principal como en sus aportaciones a los coros, y rodeada por guitarras distorsionadas pero con una producción muy limpia. Y mientras hay algún que otro efecto y jugueteo con lo electrónico (muy ligero), la letra se debate entre el dolor de la relación y la fuerza para seguir adelante.

“Bring Me To Life” no necesita ni presentación, pues es, básicamente, la canción de Evanescence que todo el mundo conoce. Fue banda sonora en Daredevil, algo que irónicamente supuso el momento de inflexión del grupo, y una anécdota relativa a Linkin Park (se invitó a Mike Shinoda, que grababa Meteora en aquellos momentos en un estudio cercano, a colaborar aquí, aunque finalmente fue Paul McCoy quien lo hizo) ha llevado a que incluso hoy mucha gente atribuya falsamente a estos la colaboración. Son míticas las guitarras y teclados que cierran cada grupo de estrofas, y esa alternancia de voces mientras Amy grita que, básicamente, quiere que el otro le ayude a darle sentido a su vida.


La presencia de Hodges se hace notar en “Everybody’s Fool”, donde teclados y coros genéricos tienen bastante más fuerza; la letra es bastante irónica y en algún punto me recuerda al “Complicated” de Lavigne tan popular en esta época, con ese aparentar lo que no se es al tiempo que alguien dice “eh, yo sé quién eres, chaval”.

Si “Bring Me To Life” era el himno por excelencia del grupo, “My Immortal” es, sin duda, la más versionada. Y desde cualquier punto de vista, es mejor. La voz de Amy Lee se ve acompañada exclusivamente por un piano y cuerdas detrás en un tema romántico de entrega y dolor de ese fuertote. Es un tema muy cercano y que, a pesar de que sería fácil que cayera en ello, no peca de sensiblero, sino que se queda en el punto justo entre belleza y tocar la patata de la gente. Hay al final del disco en algunas ediciones una versión más instrumentada que fue la que se usó en el videoclip y, la verdad, no me parece a la altura, porque meter la tralla guitarrera al final no hace más que quitarle intimismo al tema.

Los dos temas siguientes, “Haunted” y “Tourniquet” son un golpe de efecto con mucha contundencia tras el parón relajado de la pista anterior. “Haunted” es más lenta, sobre todo con ese inicio sobrio e inquietante, y se centra en crear una atmósfera tan pesada y agobiante como su letra; puntos extra, por cierto, para el solo de guitarra, de entre lo mejor del trabajo. “Tourniquet”, por su parte, va dejando de lado esa lentitud pesada (que no la contundencia, que mantiene) en favor de un ritmo más rápido y un estribillo más recordable. El conjunto es uno de los puntos fuertes del disco, y la letra, lo más romántico (en el sentido decimonónico desesperado y suicida) que se pueda encontrar.

Un poco en la misma línea va “Imaginary”, otro de mis temas favoritos, donde lo primero que impacta son las cuerdas y el piano que acompañan a la canción. Algo en ella me recuerda a los Nightwish que años más tarde sacarían un disco de título similar (siendo esto de corte mucho más clásico), y el trabajo vocal de Amy es bastante destacable.

“Taking Over Me”, sin alcanzar la misma calidad, se asemeja bastante a las dos apuestas anteriores. Más instrumentada y agónica, la letra vuelve a retomar la temática del dolor y el amor, mientras el piano cobra algo más de fuerza. Es una pausa antes de llegar a “Hello”, otro de los grandes recordados de Evanescence y la segunda balada tras “My Immortal”. De hecho, la estructura es básicamente la misma, con Amy Lee cantando de manera muy intimista (muy Tori Amos) acompañada solo por un piano (aunque se orquesta ligeramente tras la segunda estrofa). La letra es un tanto críptica, pero lo que se entiende no invita demasiado al ánimo. El momento de “Don't try to fix me, I'm not broken, / Hello, I am the lie living for you so you can hide”, y la estrofa siguiente, son una gozada.

La agonía de “My Last Breath” se adivina desde su mismo título. Amy, moribunda, se lamenta de lo que va a dejar atrás mientras intenta consolar a los que tiene cerca… o tal vez no es ella, pues el juego entre primera y segunda persona resulta muy curioso. La construcción es muy similar a la de los primeros temas del trabajo, como lo es en “Whisper”, la canción que cierra, siendo también bastante antológica: orquestación detrás, coros, guitarras distorsionadas con mucha fuerza, solos, una letra que habla de miedo y dolor (y amor, claro)… Tiene hasta voces operísticas y un coro que cierra el tema cantando en latín. Para que luego os quejéis.

Algunas ediciones del trabajo llevaron pistas añadidas. Ya he hablado de la versión con el grupo al completo de “My Immortal”, pero también estuvieron a veces incluidas “Farther Away” o “Missing”, que luego se utilizarían en EPs o álbumes posteriores.

En general, resulta un disco muy bien construido, muy recordable, y contundente a la par que fácil de escuchar. Básico para el género (sea el que fuere) y merecidamente exitoso. Y, sin dudarlo, el trabajo que define a la banda en su mejor momento (que ya, con Amy Lee como la única integrante original, les queda un tanto lejos).

Allez-y, mes ami!

Buenos días, y buena suerte.

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¿Tengo que escuchar esto?: el nü metal-metal gótico es un género muy denostado, pero si no tienes muchos prejuicios, es una escucha bastante recomendada.

Si solo tuviera que escuchar una canción: “My Immortal”. Aunque sea la más baladera y la que menos define el estilo del grupo en general, me sigue pareciendo el mejor tema. Si tengo que recomendar algo más definitorio quizás me decantaría por “Tourniquet”.

¿Dónde debería escuchar esto?: en una azotea en la Cocina del Infierno, besando a Elektra bajo la lluvia, o algo así.

Me ha gustado, ¿dónde hay más?: de los propios Evanescence tienes el Origin (un álbum “demo” anterior a este, donde están varias de las canciones que se regrabarían aquí), o el más reciente, homónimo. También puedes echarle un ojo a la carrera en solitario de Amy Lee, y luego te recomendaría ya irte al metal nórdico de grupos como Nightwish o Epica, que tienen mucho en común (siendo más heavys, claro) con los estadounidenses. 

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